Ajustes diarios: ¿No consigues aumentar tu masa muscular a pesar del entrenamiento de fuerza y la suplementación con proteínas? Los expertos identifican 5 causas.

La testosterona y la DHEA son fundamentales para la síntesis de proteínas musculares. Si su disponibilidad disminuye, incluso un buen entrenamiento resulta ineficaz. Las causas son diversas e incluyen el envejecimiento, la falta de sueño, el estrés y la malnutrición. Algunos síntomas posibles son la disminución del rendimiento durante el entrenamiento, la baja libido o una recuperación más lenta.
2. Hormonas del estrés elevadas: cuando el cortisol consume el presupuestoEl estrés crónico desvía los precursores comunes de las hormonas sexuales hacia el cortisol. Esto conlleva un estado metabólico más catabólico, una regeneración deficiente y una mayor degradación de las proteínas musculares tras el ejercicio. El sueño irregular, la tensión social persistente y las dietas excesivamente restrictivas también elevan los niveles de cortisol.
3. Resistencia a la insulina: Los nutrientes están en la puerta, pero no pueden entrar.La insulina es la llave maestra para que los aminoácidos y la glucosa entren en las células musculares. En la resistencia a la insulina, esta llave se bloquea, lo que conlleva una menor absorción de nutrientes, una activación más débil de mTOR y una síntesis deficiente de glucógeno y proteínas.
Notas:
- Bajones de energía después de las comidas
- Aumento del hambre durante el ayuno
- La circunferencia de la cintura aumenta
Este estado constante de alarma consume recursos destinados a la reparación y la defensa inmunitaria, en lugar de al desarrollo muscular. Entre los factores desencadenantes se incluyen la inflamación intestinal, las intolerancias alimentarias, el estrés oxidativo y la tensión psicológica. Esta condición se manifiesta sutilmente a través de infecciones frecuentes, dolor articular y confusión mental.
5. Disruptores endocrinos: los saboteadores disfrazadosLos plastificantes, las PFAS, ciertos disolventes y los microplásticos pueden tener efectos hormonales, imitando o bloqueando señales y, por lo tanto, inhibiendo los procesos anabólicos. Según la Sociedad de Endocrinología, estas sustancias alteran el sistema hormonal y pueden afectar, entre otras cosas, el colesterol, la glándula tiroides, el hígado y la fertilidad. Las PFAS ingresan al organismo a través del agua, los envases y los textiles.
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