Socorro Venegas y Paula Tomassoni en la FED: un diálogo emotivo sobre muerte, memoria y escritura

¿Cómo se escribe cuando alguien ya no está? ¿Cómo encontrar palabras para hablar del vacío? ¿Puede la literatura acompañar el duelo sin disolverlo? A sala llena en la Feria de Editores (FED), que termina mañana domingo y se puede visitar con entrada gratis en el C Complejo Art Media, la conversación “Escribir a pesar del dolor” entre la escritora mexicana Socorro Venegas y la argentina Paula Tomassoni, moderada por la académica Alicia Salomone, se adentró sin temor en un tema delicado e ineludible: cómo escribir literatura desde la experiencia de la pérdida.
Venegas, de mirada atenta y voz cantarina, empezó por interrogarse a sí misma: “¿Por qué escribí sobre el duelo? ¿Por qué está eso en mis historias?”. Contó que pertenece a esa “estirpe de escritores que trabaja con coordenadas muy personales, con su propia biografía para escribir”.
Y aunque sus libros no son estrictamente autobiográficos, admitió que hay un germen real en ellos: “No sabría decir del todo cuándo empieza la ficción porque yo tenía 12 años cuando mi hermano murió, a los 9 años, de leucemia, después de haber tolerado muchísimo dolor. También quedé viuda muy joven”.
Recordó su primera novela, La noche será negra y blanca, y evocó una escena de Joan Didion en El año del pensamiento mágico, cuando la autora describe el momento de comprender que su marido ha muerto. “Esa anomalía que no está en el plano de lo racional me interesa mucho. Más que el hecho en sí, me importa ver cómo esas historias terminan interpelando a otros desde sus propias ausencias.”
Tomassoni, nacida en La Plata, es autora de Leche merengada, Indeleble y de los libros de cuentos Pez y otros relatos y El paralelo. Coordina el ciclo de lectura “Hasta que choque China con África” y escribe reseñas para la revista Bazar Americano.
Socorro Venegas y Paula Tomassoni dialogaron en la FED sobre muerte, memoria y escritura. Foto: Martín Bonetto.
A diferencia de Venegas, aclaró que sus novelas “no tienen vínculo directo con mi biografía, pero sí con mi historia personal”: desde muy chica atravesó duelos que la marcaron. “A veces me cuesta hablar del duelo. Un amigo me preguntó: ¿tenés novelas donde nadie muera? Y yo le respondí: ¿perros cuenta?”.
Sobre su método, explicó que no busca deliberadamente narrar la pérdida. Sin embargo, esta se cuela en sus tramas: en Maynes, la historia surgió de una noticia ocurrida en España, donde un hombre, ante la inminente ejecución de su vivienda, se suicidó. Poco después, la ejecución fue cancelada: “Me imaginé a su mujer quedándose sin casa, viuda, sin trabajo”, dijo.
En Enlutada, el núcleo es la muerte de un padre. “El modo en que escribí las dos fue ir despacio, mirando muy cerquita. Tengo una amiga que dice que escribimos con la luz de un fósforo: solo conocemos lo que esa luz ilumina”, contó.
En el diálogo organizado por las editoriales La parte maldita y Corregidor, Salomone propuso comparar la manera en que distintas culturas se acercan a la muerte.
Socorro Venegas y Paula Tomassoni dialogaron en la FED sobre muerte, memoria y escritura. Foto: Martín Bonetto.
Venegas habló del Día de los Muertos en México como una celebración que invita a recordar y homenajear: “En las comunidades grandes y en los pueblos, el duelo se vive en comunidad. Esa presencia ritual es importante. Creo que hoy necesitamos impregnar esa urgencia extrema de las sociedades contemporáneas con una visión más comunitaria de la pérdida”.
Tomassoni recogió el guante para hablar del sur, donde, asegura, la muerte suele ir de la mano del silencio. “Tratamos de decir lo que está vinculado al silencio, y eso tiene que ver con la condición humana. Me intriga cómo convivimos con la certeza de la muerte: en algunos casos naturalmente, en otros con temor. Ahí hay una fuente enorme de historias sobre lo finito”.
Y recordó una imagen de su ciudad: “En La Plata había una publicidad de un cementerio, y una mujer, muy grande, hacía un esfuerzo enorme para leer el cartel. Me pregunté qué estaría leyendo, cuál era su preocupación. Me llena de curiosidad esa convivencia con lo inevitable”.
Venegas compartió un episodio que ilustra cómo la memoria puede reescribir la realidad. En 2019 escribió un cuento basado en un recuerdo de infancia: el pasillo de un hospital lleno de niños enfermos y el momento de visitar a su hermano internado. Tiempo después, su madre le aclaró que eso nunca ocurrió: no podía entrar a verlo. “Pero a mí me daba consuelo pensar que lo había visto después de tanto tiempo. En la literatura, uno hace ajustes de cuentas con la memoria, y hay que ser generosos con uno mismo”, reflexionó.
Tomassoni, por su parte, admitió que teme a sus propias emociones al escribir: “No sé nunca qué le va a pasar al lector. He recibido devoluciones muy distintas: gente que tuvo que dejar el libro, salir un rato al patio y después volver. Cuando escribo, no lo pienso demasiado. Mi experiencia es ir un poco surfeando”, compartió.
Socorro Venegas y Paula Tomassoni dialogaron en la FED sobre muerte, memoria y escritura. Foto: Martín Bonetto.
Hacia el final, Salomone preguntó cómo se pone en forma literaria un proceso tan contradictorio como el duelo, que escapa al relato lineal del melodrama hollywoodense.
Venegas respondió que, aunque una vida se haya vivido, nunca se vuelve predecible: “Me acompañan mucho lecturas de Pascal Quignard. A veces uno inventa recuerdos porque necesita llenar los huecos que deja la ausencia”.
El público, que había escuchado en silencio y participó con preguntas sólidas, aplaudió con fuerza. Afuera, el atardecer ya había caído sobre la FED. Y entre los últimos en dejar la sala, todavía quedaba suspendida la certeza de que, frente a la muerte, las palabras no cierran la herida. Pero a veces encienden con su chispa de fósforo el camino que queda.
Clarin