Carol Rama: el cuerpo como resistencia

Carol Rama: el cuerpo como resistencia

▲ Dorina (1944) y Dorina (1945), acuarelas de Carol Rama pertenecientes a colecciones privadas.Foto cortesía de la Fundación Accorsi-Ometto/Museo de Arte Decorativo

▲ La artista retratada por Bepi Ghiotti.Foto cortesía del Archivo Bepi Ghiotti

▲ I due Pini (Apassionata), acuarela de Carol Rama.Foto cortesía de la Fundación Accorsi-Ometto/Museo de Arte Decorativo
Alejandra Ortiz Castañares
Especial para La Jornada
Periódico La JornadaLunes 18 de agosto de 2025, p. 2
Turín. Durante años, la artista Carol Rama (1918-2015) fue reducida a comparaciones simplificadoras: la Louise Bourgeois, la Georgia O’Keeffe o la Frida Kahlo italiana. Pero su obra –visceral, desobediente, profundamente arraigada en el cuerpo y la experiencia– no se explica por semejanzas ajenas. A una década de fallecida, lejos de ser una nota al margen, es celebrada como una de las artistas italianas más importantes del siglo XX.
Su consagración fue extraordinariamente tardía. En 2003, cuando tenía 87 años, recibió el León de Oro a la trayectoria en la Bienal de Venecia. Pintaba desde los 14 años e, indignada, declaró: “Me enfurece recibir este galardón, porque si de verdad soy tan buena, no entiendo por qué tuve que pasar hambre tanto tiempo”.
Carol Rama fue una artista autodidacta y afirmó no haber tenido maestros pintores y que su guía había sido “el sentido del pecado”, mientras la crítica de arte Lea Vergine consideró que fue la locura.
Un estudio reciente de Carolina Sprovieri (2024) ha analizado la analogía entre la hoy famosa escultora franco-estadunidense Louise Bourgeois y Rama, a las que se les han dedicado algunas exposiciones en el pasado. La estudiosa destaca el apego a los recuerdos familiares que las llevaron a explorar temas universales más amplios, sugiriendo, entre otros aspectos, una nueva forma de representar el cuerpo femenino. A diferencia de la visión masculina dominante, no mostraron un cuerpo idealizado, sino uno transformado, mezclado con objetos, abierto al cambio y a una creación desde lo femenino. La invisibilidad social que ambas sufrieron resultó una marca en su arte.
Una rebelde en casa propia
La muestra Carol Rama: Geniale sregolatezza (Genialidad desenfrenada), organizada por la Fundación Accorsi-Ometto de Turín, en el norte de Italia, su ciudad, presenta una amplia retrospectiva que recorre las etapas fundamentales de su producción desde los años 30 hasta los primeros 2000. Curada por Francesco Poli y Luca Motto, la exposición reúne una narrativa cronológica y estética con más de 100 obras provenientes de colecciones públicas y privadas.
A lo largo de su carrera, Rama transitó por una notable diversidad de lenguajes plásticos, desde las acuarelas de trazo libre y carga erótica de su juventud hasta composiciones expresionistas de fuerte materia pictórica. Su experimentación la llevó por el arte concreto, el informalismo, y finalmente hacia un lenguaje propio en el que ensamblaba materiales industriales, objetos médicos o fragmentos domésticos sobre el lienzo. Esa serie de Bricolage se convertiría en una de las más reconocibles de su producción.
En otras etapas, Rama exploró una abstracción matérica con elementos como cámaras de aire y, más adelante, regresó a la figuración fantástica y onírica sobre papeles antiguos. En sus últimos años, su imaginario se alimentó de temas contemporáneos, como la “vaca loca” en los años 90, con la que dijo identificarse: “Para mí, son autorretratos extraordinarios. Lo interpreté eróticamente con estos senos y estos penes de toro”.
La muestra incluye material audiovisual e histórico y se enriquece con la serie fotográfica Inside Carol Rama, de Bepi Ghiotti, que documenta la casa-estudio de la artista, espacio vital de creación y encuentro con figuras centrales de la cultura italiana como Calvino, Pavese o Sanguineti.
Este año la Kunsthalle de Frankfurt y la Kunstmuseum de Berna le dedicaron las primeras grandes retrospectivas en Alemania y Suiza. El Aspen Art Museum en Texas muestra también su obra hasta el 7 de septiembre.
Erotismo y crítica social
Desde su primera pintura conocida, Abuela Carolina (1936), realizada a los 18 años, Carol Rama reveló su mundo interior: una anciana con un collar de sanguijuelas, inspirada en su infancia, cuando las recogía en una fuente para venderlas a una farmacia. Como ella misma dijo: “En mi trabajo siempre hago referencia a algo que me ha conmovido, perturbado o fascinado, con lo que he tenido una conexión emocional en mi infancia o en el presente”.
En los años 40, en secreto y con materiales rudimentarios, produjo una serie de acuarelas sobre los cuadernos de cuentas de su padre: cuerpos mutilados, sexos expuestos, dentaduras postizas, lenguas serpenteantes. En Appasionada, una de sus series más conocidas, mezcla erotismo, biografía y crítica social, inspirada en las visitas al hospital siquiátrico donde su madre fue internada tras sufrir un colapso nervioso.
Sin embargo, no son los genitales el centro simbólico de su obra, como a menudo se cree, sino la boca, de donde emergen lenguas de fuego que utilizó en distintas etapas. “La boca es lo que dices y lo que amas... es más escandalosa porque contiene todo el eros que enterramos”, afirmaba. “Los genitales los uso como naturalezas muertas; la boca, en cambio, es deseo vivo”.
Su primera exposición individual, en 1945, fue clausurada porque fue considerada obscena. Esas obras no volverían a exhibirse públicamente hasta 1979, cuando un coleccionista las descubrió por azar en su casa.
Un carrera de esfuerzos
Carol Rama se movió en los círculos vanguardistas de Turín, una de las ciudades culturalmente más dinámicas en su tiempo. Ahí encontró apoyo e impulso y fueron para ella presencias fundamentales en su vida, a partir del impulso al inicio de su carrera, del pintor Felice Casorati –protagonista del realismo mágico en los años 20 en Italia–, quien reconoció su visión íntima y transgresora.
A lo largo de su carrera, Rama fue ganando reconocimiento gracias al respaldo de figuras claves del ámbito artístico y cultural que supieron apreciar su singularidad. Entre sus aliados más cercanos estuvo el poeta Edoardo Sanguineti, quien la describió como “anárquica” y acuñó el término bricolage para referirse a sus obras de los años 60 y 70: complejas composiciones con pintura y objetos diversos como ojos de muñeca, prótesis, hilos y tubos, que desafiaban los límites del lienzo tradicional.
El galerista Luciano Anselmino, figura prominente en la difusión del surrealismo y el pop art en Italia, fue determinante para su proyección internacional. Descubrió a Rama y la llevó a escenarios claves como París, Roma y Nueva York, hasta su fallecimiento en 1979, que truncó ese impulso.
A partir de los años 80, fue la crítica Lea Vergine quien catalizó su revalorización. Desde su interés por el cuerpo como centro del arte contemporáneo, vio en Rama una voz radical y la incluyó en la influyente exposición L’altra metà dell’avanguardia (Milán, 1980), para luego organizar su primera gran retrospectiva en 1985. A partir de entonces, Rama comenzó a ser reconocida dentro de una genealogía crítica que abordaba temas como la sexualidad, el dolor, la locura y la identidad femenina.
La primera retrospectiva internacional fue en el Stedelijk Museum de Ámsterdam; luego viajó a Boston. Pero el punto de inflexión llegó en 2014 con La pasión según Carol Rama en el MACBA de Barcelona –la más ambiciosa hasta la fecha, con más de 200 obras–, itinerante por tres años, hasta 2017, por París, Helsinki, Dublín y Turín.
La muestra aportó una relectura crítica que no sólo le dio visibilidad, sino que permitió desmontar narrativas establecidas –tanto hegemónicas como feministas– al destacar cómo Rama construyó, a lo largo de siete décadas, una gramática clave para comprender las mutaciones en la representación del cuerpo y la sexualidad, señalándola como antecedente de artistas como Cindy Sherman, Kara Walker o Kiki Smith.
Rama y el mercado
Después de su muerte, en 2016, dos obras emblemáticas de Carol Rama alcanzaron valores que superaron en algún caso más de 700 por ciento de su estimación. En Christie’s, Presagio di Birnam (1994) fue vendida por 218 mil euros. Por su parte, Sotheby’s Londres vendió en marzo de 2017 Arcadia (Ti amo… Ti amo) (1975) por 272 mil 712 euros, frente a una estimación de entre 84 mil y 120 mil euros. Estos resultados no sólo rompieron los récords anteriores de la artista, sino que sellaron su entrada definitiva en el mercado internacional, ya no como figura de culto, como había sido hasta entonces, sino como una voz histórica cuya obra –radical, libre, inclasificable– sigue perturbando y dialogando con el arte contemporáneo.
Casa-taller en Turín permite adentrarse a su universo

▲ En 2016, un año después de la muerte de Carol Rama, su departamento se convirtió en un museo, gracias a la Fondazione Sardi per l’Arte, que adquirió el mobiliario y los objetos para conservarlos.Foto cortesía Nick Ash
Alejandra Ortiz Castañares
Periódico La JornadaLunes 18 de agosto de 2025, p. 3
Turín. La casa-taller de Carol Rama permite al público entrar en su universo. El espacio es mucho más que una casa de artista, era su “refugio”, el “laboratorio” mismo donde se gestaban las ideas para sus cuadros y donde se conservan los materiales que utilizaba para crearlos. Es considerada una obra adicional de la artista que irónicamente “firmó” en el timbre de la entrada.
En 2016 el departamento, un año después de la muerte de la artista, fue vinculado por la Superintendencia como taller de artista y en 2019 se convirtió en un museo, gracias a la Fondazione Sardi per l’Arte, que adquirió el mobiliario y los objetos para conservarlos y cederlos en préstamo al Archivo Carol Rama. A éste le asignó también la realización de su catálogo razonado (Skira, 2023).
Está situado en el centro de Turín en la calle Napione 15, en el cuarto y último piso de un edificio art déco. Aquí realizó prácticamente toda su producción. La consideraba “una casa premeditada” con objetos “pobres”, aunque cargados de recuerdos que contenían su propia vida. Los artefactos invaden toda la casa, pero no caóticamente, sino con un orden que podría describir como instalaciones similares a “naturalezas muertas”. Un espacio que para ella era como una escenografía donde rodaba su propia película existencial, que transmite en el visitante una cualidad atemporal y magnética y de gran curiosidad por descubrir los objetos que tapizan la casa.
Como su obra, fue cambiando con el tiempo, hasta asumir el aspecto actual a finales de los años 80, cuando la artista la oscureció por completo tapando las ventanas con cortinas negras, cuyo propósito era sumergirse en su propio mundo y evitar distracciones de fuera, reforzado por las paredes y el piso de madera también oscuros.
“Refugio del alma”
Ella misma vestía toda de negro y lo consideraba su color favorito junto con el rojo. En una entrevista afirmó que sería el color que le ayudaría a morir. Amaba también el gris y sobre el marrón dijo reflejar “los recuerdos negativos que casi siempre tengo en mi vida”.Aquí se descubre la materia prima tanto de sus cuadros como de sus afectos. Su casa era para ella un “refugio del alma”, un almacén de recuerdos y un hervidero de ideas.
El costo por entrada es de 40 euros por persona. Se puede visitar dos veces por semana y dos sábados al mes. Para informes y reservaciones se puede consultar el sitio casamuseocarolrama.it
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