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Agrigento en las representaciones cartográficas más antiguas (siglos XII-XV)

Agrigento en las representaciones cartográficas más antiguas (siglos XII-XV)

Maria Luisa Zegretti es una investigadora que combina el rigor académico, la pasión por la investigación y una gran sensibilidad para la lectura de fuentes cartográficas antiguas. Profesora de literatura, ha construido una sólida trayectoria de estudios arqueológicos que la llevó a especializarse en Arqueología Medieval en la Universidad “La Sapienza” de Roma y en Arqueología Cristiana en el Pontificio Instituto de Roma , concluyendo su formación con un doctorado en Arqueología Postclásica, también en “La Sapienza”. Trabajó en el Museo Arqueológico de Madrid y participó en excavaciones y campañas de estudio sobre iglesias, necrópolis y monasterios de época romana . En los últimos años, sin embargo, su atención se ha dirigido cada vez más hacia las representaciones cartográficas medievales de Sicilia, con especial atención a la ciudad de Agrigento, que también ha sido objeto de investigaciones en términos de arqueoastronomía. El ensayo que presentamos aquí es un brillante ejemplo de su método: una inteligente combinación de lectura filológica de las fuentes, interpretación iconográfica y contextualización histórica.

El ensayo de Maria Luisa Zegretti, que presentamos aquí a los lectores de nuestra revista, se sitúa en la línea de las investigaciones más actualizadas sobre la cartografía histórica mediterránea, abordando un tema fascinante y poco explorado: la evolución de la imagen de Sicilia (y en particular de Agrigento) en las representaciones medievales.

A partir del famoso mapa de Al-Idris I, elaborado en la corte de Roger II en Palermo en la primera mitad del siglo XII, Sicilia surge como una región en la encrucijada de culturas y potencias. Al-Idrisi lo describe a través de un lenguaje que mezcla datos geográficos y narración cultural, en una obra que fusiona el conocimiento árabe-islámico con el interés normando por la geografía política. En esta primera representación, Agrigento se percibe ya como una ciudad viva, rica, con un puerto capaz de acoger grandes barcos y habitada por una población variada. Esta representación es, como explica el autor, al mismo tiempo topográfica y simbólica: la ciudad está representada con un emblema dorado de seis partes, metáfora de su riqueza y centralidad en la cuenca mediterránea.

Con el paso de los siglos y la difusión de los mapas mundi , la visión de Sicilia adquiere nuevas connotaciones, a menudo más simbólicas que geográficas. Los mapas de Ebstorf (1284) y Hereford (1290), elaborados en un entorno germánico y británico, traducen la Isla en forma de corazón o triángulo, evocando no tanto la precisión física como la esencia cultural y teológica de su espacio. En estas representaciones, Agrigento aparece a través de imágenes con torretas o cúpulas, distintas de las más complejas reservadas a centros más grandes como Palermo o Lilibeo. Sin embargo, Zegretti señala detalles iconográficos que podrían hacer referencia a la catedral o al castellum normando, sugiriendo que incluso imágenes aparentemente simples pueden ocultar referencias específicas a edificios reales.

El corazón del ensayo es precisamente éste: la capacidad de leer mapas medievales no como simples documentos geográficos, sino como “palimpsestos visuales” que condensan información histórica, simbólica y cultural. Un ejemplo de ello es el mapa pisano , el primer auténtico mapa náutico europeo (finales del siglo XIII), en el que la ciudad aparece como “ Girgenti ”, nombre que aparecerá también en mapas posteriores, entre ellos el de Pietro Vesconte (1311), el de Angelino Dulcert (1339) y en las famosas representaciones de Abraham Cresques (1375) y del cartógrafo Soleri (1380). Cada documento muestra no sólo una toponimia en evolución ( Girgenti, Giget, Gergent, Girget), sino también un enriquecimiento progresivo de los detalles iconográficos: murallas almenadas, puertos, escudos aragoneses. La presencia del escudo de armas de Federico III de Aragón , por ejemplo, atestigua el peso político que adquirió Agrigento después de las Vísperas Sicilianas, insertándose de pleno derecho en las corrientes mediterráneas catalano-aragonesas.

Para finalizar, Zegretti analiza los mapas del siglo XV como los de Berlinghieri o Martellus, en los que se representa Agrigento a orillas del mar entre Sciacca y Licata, con iconografías que evocan de nuevo la estructura urbana medieval. El estudio, aunque tenga la forma de un “excursus introductorio”, como lo define el autor, abre una perspectiva preciosa para comprender no sólo cómo se ha percibido Agrigento a lo largo de los siglos, sino también cómo Sicilia ha asumido un papel visual y político central en el teatro mediterráneo.

La cartografía medieval , lejos de ser un simple ejercicio ilustrativo, se confirma en este ensayo como clave para indagar en procesos históricos profundos: los cambios de poder, las rutas comerciales, las migraciones y, sobre todo, la capacidad de las ciudades sicilianas de sobrevivir y transformarse en memoria del mundo. Agrigento, en particular, aparece como una ciudad símbolo de esta resiliencia mediterránea, entre Oriente y Occidente, entre imagen y realidad.

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