Cuando una mancha roja es un problema: el tabú de la primera regla desde el realismo mágico

Abril está de aniversario. Cumple once años y su madre la está vistiendo con un ajustado vestido blanco. La niña, peinada con un moño, parece incómoda ante tanta rigidez corporal. ”¡Alegra esa cara!”, le espeta la madre. Pero Abril no tiene muchas ganas de celebrar una comida familiar donde la abuela opina demasiado sobre su peso o su rostro. ”¡Está pálida!”, esboza la mujer. Debajo de la mesa, la pequeña observa una mancha roja en su pierna que no tarda en saltar a su inmaculado vestido estilo princesa. Es el turno de las fotos y la preadolescente, asustada, corre al baño. Allí el color rojo brillante impregnará la escena y guiará a la joven a un encuentro fantástico con su propio cuerpo.
Abril, centrada en la primera regla de una niña, es el primer cortometraje de Alexandra Iglesias, que concursa en la sección oficial del Cerdanya Film Festival tras su paso por el festival de Málaga. “El corto nace de las ganas de explicar cómo nos relacionamos desde niñas con nuestro propio cuerpo y cómo nos falta información muchísimas veces que hacen que tengamos miedo e inseguridad desde pequeñas. Quería hablar desde esa infancia, ese silencio en una edad vulnerable y hemos usado la menstruación para hablar del tema con un toque diferente, más arriesgado, que es el realismo mágico, una manera bonita de explicar algo que es difícil de explicar, algo tan íntimo”, asegura a este diario la directora de Jávea, quien añade que el proceso de aceptar nuestro cuerpo es “largo”.
Para el papel de Abril, Iglesias ha contado con el talento de Sofía Otero, la joven protagonista de 20.000 especies de abejas y ganadora del Oso de Plata a la mejor interpretación en el festival de Berlín a quien también hemos visto recientemente en Los aitas o Cuatro paredes. “Ha sido un regalo y un flechazo. La conocí en la Berlinale, antes de estrenar 20.000 especies de abejas, y me quedé prendada de su energía y madurez. Cuando hablé con ella vi que tenía la capacidad de levantar este papel, sobre todo en un corto que es de personaje. Sofía es un alma vieja, una actriz adulta en un cuerpo de niña, y pudo conocer conceptos más profundos que una niña de su edad. Entendió muy bien el proyecto y lo clavaba siempre”, recalca.
Sofía Otero es un alma vieja, una actriz adulta en un cuerpo de niña Alexandra Iglesias Directora
Al optar por un tono mágico, el corto, de 17 minutos de duración, tenía la complicación de mostrar una sangre que fuese viva. “No quería que fuera todo digital, si no que ella lo viviera en el set y que fuera tangible. Además, quería alejarme de lo gore. En el audiovisual la sangre parece representar la violencia y yo deseaba mostrar una sangre que da vida”, expone. En la primera secuencia, tanto el vestido como el moño y los planos exhiben una puesta en escena “comprimida” para “reflejar esta familia que parece que no le da espacio a expresarse y comunicarse. Yo quería crear un entorno en el que una mancha es un problema. El hecho de huir, esconderse, taparse, la vergüenza... está todo ahí”.
La realizadora cree que aún hay mucho tabú alrededor del cuerpo femenino. “Sí que se habla más, pero poner sobre la mesa este tema sigue despertando cierta inseguridad. Por eso, quería colocarlo en pantalla. Hay que hablar de ello y normalizarlo al 200% sin ningún tipo de tapujo porque, al final, en la historia todo lo femenino ha arrastrado un tabú y es algo que se construye desde la infancia”.

Sofía Otero y Alexandra Iglesias en el rodaje
La actriz catalana Cristina Brondo encarna a la madre de la protagonista. “Ella también es madre y entendió muy bien el tipo de personaje que buscaba. Es una madre muy preocupada por cómo su hija se muestra al mundo. No la quería hacer desde una maldad, ella tiene una forma de hacer tal y como la han enseñado. Aunque en ella se representan los valores que se han transmitido con el tiempo, es una víctima más”. Por eso, el personaje de la abuela, interpretada por Isabel Rocatti, muestra que todo es generacional. “Inconscientemente reflejamos toda esa educación”.
La madre de Abril está muy preocupada por cómo su hija se muestra al mundo. Es una víctima más de los valores que se han transmitido con el tiempo
Iglesias, de 26 años y residente en Barcelona desde hace ocho, confiesa que el propósito de esta pieza es que “remueva diálogo y nos planteemos cómo mostrar y tratar estos temas a nuestros hijos”. A nivel visual, impacta el contraste entre el blanco y el rojo. “La idea con el contexto hiper blanco e impersonal era hablar de cómo está la sociedad ahora, con las imágenes de cuerpos y fotos perfectas. Es un poco una metáfora de una perfección que no se puede habitar”. Abril cuenta con la participación de Clara Peya en la banda sonora. “Es una música que deja que la escena respire sola. Acompaña más que subraya y a la vez es vulnerable, como el momento que está viviendo la protagonista”.

Otero en una imagen del cortometraje
AYHE ProductionsEl corto está rodado tanto en castellano como catalán. “Me parece precioso que conviva el bilingüismo aquí porque a veces desde fuera da la sensación de que los catalanes solo quieren hablar catalán y cuando estás aquí te das cuenta de que conviven las dos lenguas. Por eso quería que fuera bilingüe”, concluye la directora, a la que le apetece volver a rodar otro cortometraje que también versará sobre cómo nos relacionamos con nuestros cuerpos desde niñas, pero desde otra temática diferente. “Aún siento que me falta la madurez para saltar al largo y quiero estar preparada”, afirma con humildad esta joven que promete hacer carrera en el fructífero panorama audiovisual femenino español.
lavanguardia