¿Cómo se vive en los países más felices del mundo? El secreto está en el estilo de vida nórdico

Los países nórdicos —Finlandia, Dinamarca, Islandia, Suecia y Noruega— encabezan, desde hace más de una década, el World Happiness Report, una publicación anual elaborada por la Universidad de Oxford, Gallup y la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la ONU.
Esta posición sostenida invita a preguntarse cómo es la vida cotidiana en estas sociedades que priorizan la igualdad, la eficiencia institucional y el bienestar emocional por encima de la competencia o el individualismo.
Factores clave del modelo escandinavo de felicidadDe acuerdo con especialistas como la psicóloga Marlene Sagen Bru, de la Universidad de Oslo, el liderazgo nórdico en los índices de felicidad se basa en múltiples factores estructurales y culturales:
- Baja desigualdad de ingresos.
- Equilibrio entre vida laboral y personal.
- Acceso universal a salud y educación.
- Proximidad con la naturaleza.
- Alto nivel de confianza institucional.
- Sensación de seguridad y previsibilidad.
A pesar de estos indicadores, Sagen Bru señala que los desafíos sociales persisten, especialmente para quienes provienen de culturas más abiertas o espontáneas.
La Ley de Jante: igualdad por encima del brillo individualUno de los pilares culturales de las sociedades nórdicas es la llamada Ley de Jante, un código de conducta no escrito que desalienta el individualismo extremo y el deseo de sobresalir.
Originada en la literatura escandinava, esta norma tácita establece que nadie debe considerarse superior al resto ni destacar públicamente sus logros.

La Ley de Jante: igualdad por encima del brillo individual. Foto:iStock
Este principio puede impactar en decisiones personales y profesionales. Erik Olsen, emprendedor noruego, relata cómo su entorno reaccionó con escepticismo cuando decidió dejar su trabajo estable para iniciar su propia empresa. “La estabilidad está tan valorada que cualquier desvío puede ser mal visto”, afirma.
El clima y su impacto emocional: entre la oscuridad y la euforia primaveralEl invierno en los países nórdicos implica días extremadamente cortos, o incluso semanas sin luz solar, especialmente en regiones cercanas al Círculo Polar Ártico. Esto puede generar efectos adversos sobre la salud mental, como la depresión estacional. Sin embargo, este período contrasta con una explosión de vitalidad conocida como våryr (fiebre de primavera), cuando la llegada del sol transforma el ánimo colectivo y se multiplica la vida al aire libre.
Zina Marpegan, una joven argentina residente en Helsinki, relata que su calidad de vida mejoró sustancialmente cuando adquirió una campera adecuada para el frío extremo. “El clima te obliga a adaptarte, pero también te recompensa con un verano inolvidable”, resume.
Vínculos sociales: privacidad, estabilidad y baja espontaneidadLa interacción social en los países nórdicos suele estar marcada por la estabilidad de los vínculos y una fuerte valoración de la privacidad. Los encuentros tienden a darse en espacios íntimos y entre conocidos, más que en espacios públicos o con personas nuevas.
Esto se debe tanto a factores geográficos e históricos —como la baja densidad poblacional— como a normas culturales que desalientan la exposición excesiva. “Estamos acostumbrados a no invadir ni ser invadidos”, explica Sagen Bru. A ello se suma el efecto de la Ley de Jante, que refuerza la idea de no sobresalir ni mostrarse demasiado.

Vínculos sociales: privacidad, estabilidad y baja espontaneidad. Foto:IStock
El término danés hygge representa uno de los conceptos más distintivos del estilo de vida escandinavo. Aunque suele traducirse como “acogedor”, engloba una filosofía de vida basada en el confort emocional, la sencillez y la conexión con el momento presente.
Paula Carrizo describe hygge como “disfrutar de lo simple, olvidarse de las preocupaciones y relajarse en casa”, una experiencia que puede incluir desde leer junto a una chimenea hasta compartir una infusión con amigos en un ambiente íntimo y sin estridencias.
Naturaleza y deporte como ejes socialesA diferencia de muchas culturas donde la comida es el centro del encuentro, en los países nórdicos las actividades sociales se organizan frecuentemente en torno al deporte y el contacto con la naturaleza.
Según el profesor Ken Green, autor del estudio Sport in Scandinavia and the Nordic Countries, cuatro de cada cinco adultos participan en clubes deportivos, lo que refleja la integración del ejercicio en la vida cotidiana.
Senderismo, ciclismo, esquí, baños helados y saunas son actividades comunes, muchas veces practicadas en grupo, y permiten tanto la interacción social como la introspección.
Trabajo y vida personal: una frontera definidaEl equilibrio entre el trabajo y la vida personal es otro componente esencial del bienestar escandinavo. Las jornadas laborales suelen ser compatibles con la vida familiar, especialmente para quienes tienen hijos. Además, las licencias por estrés o burnout son comunes y no estigmatizadas.
“El bienestar emocional se toma en serio. Nadie espera que trabajes hasta el agotamiento”, afirma Carrizo, quien destaca la flexibilidad del sistema laboral.

Busque plenitud y crecimiento. Foto:iStock
Uno de los elementos más sorprendentes para quienes migran a los países nórdicos es el alto nivel de confianza en las instituciones. Según los entrevistados, los políticos son percibidos como ciudadanos comunes, accesibles y responsables. La baja corrupción y la eficiencia estatal refuerzan este vínculo.
“Pago mis impuestos con gusto porque sé que se usan bien”, asegura Olsen, sintetizando una relación basada en reciprocidad y responsabilidad compartida entre ciudadanos y Estado.
La estabilidad como forma de felicidadEl modelo escandinavo de felicidad no necesariamente se manifiesta en expresiones visibles de euforia o entusiasmo. En cambio, se basa en la previsibilidad, la calma y la confianza social. Según Olsen, esta estabilidad forma parte del contrato implícito de la sociedad: “Si hago las cosas bien, tendré una vida tranquila y sin sobresaltos”.
Aunque esta forma de vida puede implicar ciertas renuncias —como menor espontaneidad o una vida social más contenida—, el resultado parece ser una sociedad funcional, segura y, sobre todo, estructuralmente feliz.
La Nación (Argentina) / GDA.
Más noticias en EL TIEMPO*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación (GDA), y contó con la revisión de la periodista y un editor.
eltiempo