Amores de verano: el amor de ‘big bang’

Querida Cuéntame Limeña:
Más allá de la anécdota que nos explicas, tu pregunta es el asombro que produce el enamoramiento. Es cierto que hay enamoramientos lentos que parecen adolecer de peligro o agresividad. La sensación de no estarte enamorando o si tienes sospechas al respecto, que el proceso es tan lento que lo puedes controlar a voluntad. Lo dejo cuando quiero. Si no vuelvo a ver al objeto amado, si no hablamos más, si todo se queda como está ahora, no me dolerá, lo olvidaré, significará que era un mal hechizo. El amor es una droga y tiene todos los escenarios de esta. El ya comentado “dejarlo cuando quiera”, las primeras tomas, la dependencia, la anulación del resto del mundo más allá de la droga, inoculársela, disfrutarla, así como la abstinencia, el vacío espiritual y físico de verse privado de ella, el miedo a recaer, el dejar de acudir a lugares y personas que nos lleven a la droga/objeto amado.
Algunas drogas son peligrosas. El amor lo es. También atractivas porque proporcionan, al mismo tiempo, refugio y placer, sentido de la existencia, de la pertenencia o aislamiento de una comunidad. El amor es el arma más poderosa, un rifle cargado, el sentimiento por el cual eres capaz de traicionar a tu familia, tus amigos, tu país, tu religión y a ti mismo. ¿Vale la pena? Si no te destruye, sí. Y, a veces, incluso destruido y en permanente demolición vale porque has sentido: amor, traición, dolor, renuncia, venganza, solidaridad, cariño, nostalgia, odio y melancolía. No está mal. Siglos de arte nos contemplan.
El amor es una droga y tiene todos los escenarios de esta.Ésta es mi opinión y gozamos de tener cuatro cosas claras al respecto del enamoramiento y del amor. Pero no todos piensan así. Dejamos algunas opiniones y costumbres en contra. Los romanos, Catulo, Ovidio o Propercio, cantan a un amor que no deja de ser asalto a tálamos y cuerpos, el goce terrenal, pero por lo general, el enamoramiento es tratado como un periodo de enajenación transitorio que debe ser tratado como un catarro. Una semana en casa, sin ver a nadie, con una lira y escanciándote regularmente vino siciliano y se te debería pasar.
Los griegos les entregaron la posibilidad de que cuando te enamoras -como cuando te dejas llevar por la furia o la desesperación- un diosecillo se te cuela, te posee y, al rato, se va, como un puteo conduciendo en la Ronda del Mig, vamos. Ortega y Gasset lo consideraba una imbecilidad, una angina psíquica. Rougemont una oscura supervivencia de una herejía medieval que desprecia el mundo y tiende hacia la muerte. Freud habla de regresión. Nos infantilizamos en el amor porque el objeto amado es -¡bingo!- la madre. Por otra parte, el siglo XX se ha hartado de tratar de convencernos de que es un producto cultural reciente. Todos algo de razón tienen pero todos se equivocan.
El enamoramiento es un enganche porque te da lo que necesitas, lo que no sabías que queríasEl enamoramiento es un big bang. Cómo sucedió, se pudo evitar, qué papel jugó el azar. No importa. Sucedió y ese big bang destroza vínculos sociales e inaugura unos nuevos. Dejas de ver a tus amigos porque eran un sucedáneo de él o ella, la llevas a los ensayos si se llama Yoko y destrozas a los Beatles, te separas de tu familia, de tus hijos, te enemistas con tus padres, cierras la puerta, tiras la llave y la nueva habitación ya es otra. No hay vuelta atrás. El enamoramiento es un enganche porque te da lo que necesitas, lo que no sabías que querías, aquello de lo que ya no puedes vivir sin ello. Puedes asumirlo o no. Aceptarlo. Buscarlo o no darte por aludido. Pero que sepas que el amor no deja prisioneros.
Cuéntame Limeña (CL) nos explica el enamoramiento repentino en una noche de fiesta en el pueblo familiar. Inés, la confidente, la mejor amiga de cada verano, brillaba a los ojos de CL a los sones de canciones horteras y en brazos de un chico en la plaza mayor. CL no tuvo duda alguna: Inés era su amor, enamorada absolutamente de ella y que no iba a renunciar a meterse en aquel baile, buscarla y cogiéndola de la mano, ser ella la que bailara con Inés el resto de la noche. Tenía miedo, claro. Al entorno pero, especialmente a que contaba con noviazgos breves y absurdos con chicos de Ejea de los Caballeros y Luna, pero CL se la jugó con toda la fuerza que de no tener lugar al que regresar si no era ese amor. Inés la recibió primero con sorpresa y después con una sonrisa que despejó dudas. El resto de las vacaciones durmieron juntas. El enamoramiento no pidió permiso y de la destrucción de lo existente, generó un mundo nuevo y mejor.
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