Explicado científicamente: Por qué es tan difícil hacer amigos en la edad adulta

En el pasado, las personas se sentaban juntas en matemáticas y automáticamente eran amigas. Por qué a menudo nos resulta mucho más difícil a los adultos hacer –y mantener– amistades.
Si bien nuestros amigos encabezan nuestra lista de prioridades durante la infancia y la adolescencia, el foco a menudo cambia en la edad adulta. Perder el contacto con un amigo es un proceso natural que a menudo está relacionado con cambios en el estilo de vida. Por ejemplo, mudarse o emigrar vs. quedarse en su ciudad natal, tener hijos vs. no tenerlos, centrarse demasiado en el trabajo vs. tener más tiempo libre. Porque una cosa es segura: las amistades hay que cultivarlas, y eso lleva tiempo y experiencias compartidas.
Las amistades suelen ser una prioridad menor para los adultos.Y ese es precisamente el tiempo que a menudo falta cuando corremos a toda velocidad por las horas punta de la vida. Una pandemia mundial que duró años, con restricciones de contacto y medidas similares, ciertamente no ayudó. El resultado: muchas amistades se rompen o simplemente desaparecen, lo que a veces no es menos doloroso que una ruptura dramática.
El problema es que, como adulto, es mucho más difícil hacer nuevos amigos. En el jardín de infancia, en la escuela y también en la universidad, nuestro círculo de amigos parece crecer cada día. En (casi) cada nuevo grupo, cada nuevo curso o proyecto encontramos personas que nos encariñan rápidamente o con las que al menos tenemos intereses comunes. Cuanto más mayores nos hacemos, menos amigos nuevos parecemos hacer.
En la edad adulta, las condiciones para el desarrollo de las amistades son más difíciles.La psicóloga estadounidense Marisa G. Franco, de la Universidad de Maryland, explica a la emisora de radio "WBUR" por qué: "Los sociólogos han identificado los requisitos previos que necesitamos para formar amistades de forma natural. Estos son las interacciones constantes y espontáneas, y la vulnerabilidad compartida". Como adultos, simplemente nos encontramos cada vez con menos frecuencia en situaciones así.
El problema a menudo radica en que, como adultos, esperamos encontrar nuevos amigos de forma tan natural y constante como lo hacíamos cuando éramos niños o adolescentes. En el pasado, a menudo hacíamos amigos automáticamente después de unos pocos días de sentarnos juntos en la clase de matemáticas, mientras que hoy no hablaríamos necesariamente de un vínculo emocional después de trabajar juntos en un proyecto con un querido colega.

¿Cómo afrontamos las crisis de relación? ¿Cuando tiene sentido una separación? ¿Por qué las mujeres terminan sus relaciones de manera diferente que los hombres? Respondemos a estas y otras preguntas en nuestro dossier en PDF sobre las relaciones en crisis.
Entonces, si nosotros como adultos queremos ampliar nuestro círculo de amigos (ya sea porque nos acabamos de mudar a otra ciudad o simplemente ya no estamos en la misma sintonía con viejos amigos), deberíamos abordar todo el asunto de manera estratégica. Aunque parezca poco natural, es importante darse cuenta de que las amistades a los treinta, cuarenta o incluso sesenta años ya no surgen de la nada o de compartir la misma mesa al azar en el aula. Necesitamos tomar acción y no esperar que las cosas sean tan fáciles como antes.
Así que simplemente pregúntale a ese simpático nuevo colega si quieres salir a almorzar o tomar algo juntos. O tu vecino de mat en la clase de yoga. La ventaja de trabajar con compañeros o personas con las que compartimos una afición es que inmediatamente tenemos algo en común.
Otra opción: pregúntale a tu novia si le gustaría hacer algo juntos, un trío, contigo y su otra amiga, con quien tuvisteis una charla tan agradable en su fiesta de cumpleaños. Según la psicóloga Marisa Franco, en la edad adulta suele ser más fácil mantener y cultivar los vínculos en grupo. "Estas amistades suelen ser más duraderas que las que se establecen entre individuos", explica el experto. De esta manera, siempre hay múltiples puntos de contacto. Una persona del grupo nos contacta y todos se mantienen en contacto.
No eres tú: por qué asumimos erróneamente el rechazoParticipar activamente en la búsqueda de amigos no sólo te ayudará a resolver el problema tú mismo, sino que también podrás pulir tu confianza en ti mismo posiblemente dañada. Cuando tenemos pocos amigos y nos resulta difícil encontrar nuevos, a menudo buscamos el fallo en nosotros mismos: "Debe haber algo mal conmigo si tengo pocos amigos".
¡No hay absolutamente nada en eso! En cambio, date cuenta de que a menudo se debe simplemente a que nosotros, como adultos, tenemos un círculo de amigos más pequeño. “Todos tendemos a creer que somos rechazados con más frecuencia de lo que realmente es”, afirma la científica Marisa Franco sobre este fenómeno. No estás solo con este sentimiento.
Y por último, pero no menos importante, no olvides que unas cuantas amistades íntimas y profundas suelen ser mucho más valiosas que un gran grupo de relaciones más superficiales. Como ocurre con casi todo en la vida, la regla aquí es: calidad sobre cantidad.
Brigitte
brigitte