Con los pechos desnudos escandalizaron a los gobernantes: Una película cuenta el trágico destino de una activista de Femen


Esta película es tan despiadada como el arte autodestructivo del que habla. En la película biográfica “Oxana”, la directora francesa Charlène Favier retrata vívidamente la trágica historia de la artista ucraniana Oxana Shachko, quien se describió a sí misma como una “sextremista”. Se quitó la vida en 2018, a la edad de 31 años.
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Comenzó como pintora de iconos, protestó contra el patriarcado como cofundadora del colectivo Femen y finalmente transformó su propia vida en una obra de arte total. En una entrevista, Favier compara su película con una pintura. Ella concibió las escenas individuales como “pinceladas” de un cuadro más grande. De hecho, la composición, la combinación de colores y la estética visual esférica dan testimonio de una voluntad artística de crear que trasciende la narrativa de la trama de la película.
Charlène Favier consigue evitar los dos peligros principales que presenta su tema: la película no cae ni en la hagiografía ni en la lección moral. Cuando era adolescente, Oxana Shachko, interpretada por la actriz ucraniana Albina Korzh, sigue las estrictas reglas de la pintura de iconos, lo que deja poco espacio para el diseño individual. También está considerando ingresar a un monasterio. Se da cuenta dolorosamente de la discriminación que enfrenta debido a su género: solo con un permiso de excepción puede ingresar a una escuela de pintura de iconos que, de otro modo, sería exclusivamente masculina.
Putin contraatacaCuando sus íconos arden por culpa de su padre borracho, decide canalizar su creatividad desenfrenada en proyectos políticos. Con amigas que piensan como ella, fundó Femen, un grupo de jóvenes enojadas que llevan sus cuerpos al espacio público como obras de arte. Con los pechos desnudos y portando lemas, obligan a los gobernantes a girar su mirada hacia ellas, tanto lujuriosa como escandalizada.
Las activistas de Femen pronto decidieron protestar contra las dictaduras patriarcales en Bielorrusia y Rusia. Sin embargo, los sistemas de Lukashenko y Putin están contraatacando brutalmente: en Bielorrusia, los activistas desnudos son rociados con gasolina en un frío glacial y amenazados con quemarlos hasta la muerte; En Rusia, los secuaces de Shachko le rompen ambos antebrazos.
Tras huir a Francia, el colectivo Femen se desintegra: en París, el grito de guerra “liberté, nudité” se convierte en tendencia de moda. Las mujeres persiguen cada vez más sus propios intereses. Oxana Shachko no tiene más remedio que contrarrestar su pintura de iconos produciendo obras de arte blasfemas.
Valiente hasta el punto de la destrucciónLa película de Favier despliega el poder de una tragedia antigua. La protagonista es Antígona, que defiende valientemente sus valores hasta su propia caída. Ella es Ifigenia, quien se convierte en sacerdotisa como víctima de la arbitrariedad masculina. Y finalmente, está Medea, quien se venga de un joven dios mutilando el trabajo de su propia vida. Todos estos significados se transmiten visualmente de forma magistral.
En inquietantes escenas estroboscópicas, el director descompone la personalidad del personaje en estos componentes míticos. La violencia física es en gran medida ignorada. La tortura de Oxana en la prisión rusa solo se revela porque tiene los brazos enyesados, mientras que su suicidio se insinúa mediante la sombría caricia de Oxana a un cinturón.
En su película, Favier superpone tres estructuras temporales: el tiempo lineal de la biografía de Oxana, el tiempo cíclico del festival pagano de Kupala con el que comienza y termina la película, y finalmente el tiempo fragmentado del último día de vida de Oxana. El gran mérito de la directora es no confunde al público con esta compleja estructura. Al contrario: con su triple temporalidad, proporciona una explicación coherente del destino de Oksana, que paradójicamente fluctúa entre el autoempoderamiento absoluto y la determinación externa degradante.
El último díaLa trayectoria lineal muestra el desarrollo de su pintura iconográfica desde la autentificación del acontecimiento de la salvación hasta la protesta por la blasfemia. Este proceso está inserto en el círculo de la vida, que transforma la danza inocente de los niños de las flores en una salvaje Noche de Walpurgis. Y finalmente, en su último día, todos los aspectos de su desafiante vida se unen: el interrogatorio incomprensible de un trabajador social, las preguntas intrusivas de un periodista, la distancia insuperable de su madre cariñosa, el amor desesperado por un fotógrafo de guerra, la lucha por la autenticidad de su propio arte.
El último día de Oxana se cuenta escena por escena a lo largo de la película. Los flashbacks explican la creciente desesperación. El arte, que junto al amor se convierte en el medio de expresión más importante de Oxana, da paso a un mutismo cada vez mayor. El último día gravita con una necesidad implacable hacia el suicidio, que en la película se parece más a una desaparición silenciosa que a un ataque violento contra uno mismo.
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