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Marce la Recicladora: más que un personaje digital, una causa necesaria

Marce la Recicladora: más que un personaje digital, una causa necesaria
Un día Sara Samaniego se puso un overol, se hizo unas trenzas, se puso la gorra hacia atrás y se inventó a Marce la Recicladora. Lo que empezó como un personaje para redes sociales, cargado de humor y datos, se convirtió en un movimiento social que ha cambiado la forma en que muchos miran la basura, el reciclaje y, sobre todo, a quienes hacen posible que un residuo tenga segunda vida: los recicladores de oficio.
Con videos que enseñan y divierten, Sara ha logrado que miles de familias separen sus residuos, que colegios enteros adopten rutinas de reciclaje y que medios internacionales, como The New York Times, pongan los ojos en su historia. Hoy, además, lidera Reciclamores, una fundación que canaliza ayudas y crea oportunidades para dignificar este oficio. Por su impacto, por su autenticidad y por su capacidad de inspirar, Sara Samaniego también hace parte de ‘Los 40 de menos de 40’.

Marce la Recicladora Foto:Redes sociales

Voy a comenzar esta entrevista saludando directamente a Marce... ¿dónde te cogemos y cómo va el oficio?
¡Hola, mis ‘reciclamores’! Me agarraron con los guantes puestos y la carreta lista. Vamos bien, pero falta mucho. Todavía hay personas que mezclan todo: plásticos con comida, vidrios rotos con papel, aceite usado por el sifón... ¡eso jamás, mis amores! A veces siento que ya lo hemos dicho mil veces, pero el reciclaje es de paciencia y repetición. Hay que insistir, corregir y volver a explicar. Separar no es complicado, pero necesita amor y constancia.
Y los ‘reciclamores’ siguen firmes contigo?
¡Firmes, firmes, firmes! Cada día somos más. Hay barrios donde ya nos esperan con las bolsas limpias y etiquetadas. Eso cambia todo: el trabajo rinde, el material no se pierde y la ruta fluye. Pero aún escucho frases como: “Igual, juntan todo en el mismo camión”. Y ahí sale mi yo-profesora: separar en la fuente sí hace la diferencia. Un plástico limpio vale más, un cartón seco se recupera mejor y, además, proteges las manos de quien lo recibe. Esto no es solo reciclar: es respetar.
Bueno, ahora sí hablo con Sara, la joven de 33 años que se inventó este personaje de Marce, y quiero preguntarte: antes del overol y las trenzas, ¿quién eras?
Soy comunicadora social y siempre he creído que las ideas valen tanto como la forma en que las contamos. Me interesaban los temas ambientales, pero sentía que el discurso técnico no tocaba corazones. Podíamos llenar informes de cifras y seguíamos igual. No basta con tener razón; hay que conectar. Con Marce encontré un lenguaje distinto: ternura con rigor, humor con propósito, datos con cercanía. Cuando logras que la gente sonría mientras aprende, se queda con el mensaje.

Marce la Recicladora Foto:Redes sociales

¿Por qué crear a Marce la Recicladora?... Pudo ser Marce la Constructora o Marce la Transportadora... ¿Por qué este tema era importante para ti?
Un día hablé largo con un reciclador sobre sus caminatas interminables, las jornadas de doce horas, las bolsas que cortan, los vidrios que hieren, la indiferencia de quienes cruzan la calle para no saludar. Salí con una certeza: esta historia necesitaba un altavoz. Mi idea inicial era que un reciclador real fuese protagonista. Pasé meses buscando. Nadie quiso. Intenté con actores y tampoco funcionó. Hasta que una amiga me dijo: “Sari, la persona que buscas eres tú”. Sentí miedo: yo no venía de ese oficio, pero también tuve claridad. Si lo hacía, sería con respeto. Por eso pasé tres meses reciclando con recicladores reales: rutas, madrugadas, bolsas abiertas, manos en la basura, precios, horarios, riesgos. Así nació la voz, la risa y la mirada de Marce.
Era riesgoso, porque hay una línea en la que fácilmente te podías volver una caricatura o faltarles al respeto a quienes se dedican en realidad a este tema...
Sí, y entiendo la preocupación. Pero detrás de cada video hay trabajo de campo. Yo no invento datos: me documento, converso, pregunto. La clave está en el tono: Marce no se burla, Marce dignifica; además, la creatividad es mi puente. Reescribo canciones famosas para explicar los colores de las bolsas, hago parodias para enseñar qué va y qué no va al reciclaje, mezclo humor con procedimientos de seguridad. Cuando la risa abre la puerta, la información entra sin resistencia. Esa es mi apuesta: enseñar sin regañar, cambiar hábitos sin imponerlos.

Marce la Recicladora Foto:Redes sociales

¿Cuándo sentiste que Marce dejó de ser un personaje digital y se volvió un movimiento social como, en efecto, está ocurriendo?
Uff... yo creo que durante la pandemia. Me escribían: “Marce, ¿cómo ayudamos a los recicladores?”, y yo no tenía respuesta. Un reciclador vive del día a día y, con el país encerrado, muchos se quedaron sin sustento. Ahí entendí que mi papel no era solo explicar: era conectar. Así nació la Fundación Reciclamores: un puente entre ciudadanía y recicladores para canalizar mercados, elementos de bioseguridad, capacitaciones y donaciones. Cinco años después, seguimos construyendo programas que visibilizan su trabajo y dignifican su oficio. Porque enseñar a separar está bien, pero enseñar a mirar con empatía es aún más poderoso.
Desde tu experiencia, ¿qué es lo más bonito y lo más difícil de ser reciclador?
Lo más bonito es que un reciclador ve tesoros donde otros ven basura. Un envase limpio puede ser cuadernos para un hijo, un cartón seco significa comida en la mesa. Ellos llevan unas “gafas de segunda vida” que ojalá todos tuviéramos. Lo más difícil: la mezcla y los olores. Abrir una bolsa y encontrar pañales, toallas higiénicas, restos de comida, agujas y vidrios sueltos... no solo es incómodo, es peligroso. Y están las caminatas: rutas de más de diez kilómetros diarios con una carreta al hombro. Por eso digo siempre: son superhéroes invisibles. Cada botella que lavas, cada vidrio que envuelves, cada residuo que clasificas les está protegiendo la vida.
Quiero decirte que veo con frecuencia tus videos en las redes que tienen millones de reproducciones y, tal vez, uno de los más bonitos fue ese en el que hiciste una crónica del día en que llevaste de viaje a un grupo de recicladores para que conocieran el mar por primera vez.
Fue una de las experiencias más transformadoras de mi vida. Subimos al avión y la aerolínea anunció por altavoz quiénes eran nuestros invitados. Hubo aplausos, lágrimas, orgullo. En el mar, los llevamos con los ojos vendados para que la primera imagen fuera mágica. A la cuenta de tres, se quitaron las vendas. Silencio. Y luego risas, gritos, llanto. “Por primera vez me sentí importante”, nos dijo uno de ellos. Ese viaje cambió algo más profundo que un paisaje: reciclamos miradas. Entendieron el valor de su trabajo y también vieron las playas llenas de plástico. Volvieron con certezas nuevas: que sus manos sostienen al planeta y que sus sueños son tan válidos como cualquiera.

Marce la Recicladora Foto:Redes sociales

Marce también llegó a la portada de The New York Times hace unos meses. Pocas veces Colombia está ahí por noticias buenas. ¿Cómo viviste ese momento?
Fue, uff, de lo más bonito que me ha pasado. Me entrevistó una periodista estadounidense, y me advirtió que no sabía si la historia saldría porque la decisión venía desde Nueva York. El 11 de noviembre de 2024 recibí el mensaje: “No solo salió; ¡estás en la portada impresa!”. Lloré, llamé a mi mamá, guardamos copias como tesoros. Me llenó de orgullo, pero también de responsabilidad. Si esta historia viaja tan lejos, mi compromiso con la dignidad del reciclador tiene que ser aún mayor. Además, casi nunca Colombia aparece en esas portadas por buenas noticias, como dices. Esta vez sí. Y eso no tiene precio.
Si pudieras pedirle una sola cosa al Estado para cambiar o mejorar la vida de los recicladores e impulsar el reciclaje en nuestro país, ¿qué pedirías?
Formalización real. Que el reciclaje sea reconocido como trabajo esencial. Hoy, miles de familias trabajan más de 15 horas bajo sol o lluvia, muchas veces con sus hijos al lado. Necesitamos garantías mínimas: salario justo, pensión, salud digna, elementos de bioseguridad, rutas claras, campañas de educación ciudadana permanentes. Las ciudades funcionan gracias a ellos; es hora de que las ciudades funcionen también para ellos.

Marce la Recicladora Foto:Redes sociales

Vuelvo con Marce, porque quiero preguntarle cómo haría para explicarle a un niño, en una frase, por qué reciclar importa...
“Mi ‘reciclamor’: cuando compras una gaseosa no compras solo el líquido: también compras el empaque. Si no lo cuidas, esa botella puede terminar en un río o en el mar, contaminando nuestra naturaleza. Un plástico puede tardar 500 años en degradarse. Mejor dale una segunda vida: que se recicle, que vuelva a nacer. Así cuidamos el planeta y también el trabajo de miles de familias”.
La última: llegará un día en que tengas que colgar el overol y darle la despedida a tu personaje, Sara. Te mirarás al espejo, ¿y qué vas a decirte?
Sí, algún día pasará, pero todavía no. Creo que Marce se despedirá cuando separar el material sea tan natural como lavarse los dientes; cuando la pregunta ya no sea “¿por qué reciclar?”, sino “¿cómo podemos hacerlo mejor?”. Mientras tanto, seguiré con la gorra al revés, el overol puesto y la sonrisa lista. Falta mucho. Pero vamos. Y vamos mejor.
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