Informe revela que el juego puede reducir hasta un 40 % las conductas agresivas en niños de primera infancia

El juego, más allá de ser una fuente de diversión para los niños, representa una herramienta poderosa para el desarrollo integral en la primera infancia. Así lo revela un reciente análisis de la empresa social colombiana aeioTU, que calcularon que las experiencias de juego pueden reducir hasta en un 40 por ciento las conductas agresivas en niños y niñas, al tiempo que incrementan significativamente sus capacidades cognitivas, emocionales y sociales.
El estudio, basado en datos propios de más de 680.000 niños y niñas que participaron en programas de aeioTU durante 2024, y complementado con investigaciones de organismos como el Banco Mundial y UNICEF, concluye que el juego constituye uno de los pilares más importantes para el aprendizaje, desarrollo integral y bienestar de las niñas y los niños en su primera etapa de vida.

El informe destaca que el juego también debe verse como un componente crítico en el aprendizaje. Foto:iStock
"El reconocimiento del juego como eje de desarrollo integral en la niñez es fundamental. Quizás no lo identifiquemos fácilmente, pero habilidades complejas de alto nivel como la creatividad, el pensamiento crítico y la solución de problemas, que son necesarias como individuos en la sociedad, se construyen desde la infancia a través del juego", explica Victoria Arciniegas, directora ejecutiva de aeioTU.
El informe también destaca que las experiencias lúdicas no deben entenderse únicamente como entretenimiento, sino como un componente crítico en los procesos de aprendizaje.
Según los hallazgos, el juego puede aumentar hasta en un 30 por ciento el desarrollo de competencias socioemocionales y cognitivas, mejorar el rendimiento escolar en la adolescencia y fortalecer habilidades como la atención, el autocontrol y la creatividad.

El juego debe fluir de forma natural. Foto:iStock
En este sentido, la organización identifica al menos cinco tipos de juego clave para el desarrollo integral en la primera infancia:
- Juego físico: desarrolla la psicomotricidad y fortalece la interacción social.
- Juego con objetos: estimula el pensamiento lógico y el lenguaje.
- Juego simbólico: contribuye a la conciencia fonológica, habilidad que permite a los niños reconocer y utilizar los sonidos del lenguaje hablado.
- Simulación: potencia la memoria y la creatividad.
- Juegos con reglas: promueven la adaptación escolar y fortalecen las habilidades matemáticas.
El análisis también destaca que Colombia cuenta con una política pública sólida en relación con el juego. La Ley 1804 de 2016, conocida como “De Cero a Siempre”, establece que las niñas y los niños desarrollaron su potencial, sus capacidades y habilidades a través del juego, el arte, la literatura y la exploración del medio. Sin embargo, persisten desafíos en aspectos como equidad en el acceso, formación docente y apropiación comunitaria del juego como estrategia que apoya el aprendizaje.
Mientras países como Chile y Uruguay han avanzado en mecanismos sistemáticos de medición de calidad del juego en la primera infancia, el informe revela que Colombia aún trabaja en el fortalecimiento de sistemas que permiten medir de forma sistemática su impacto y calidad en contextos diversos.

El entorno en el que se desarrollan los niños juega un papel fundamental. Foto:iStock
Cabe mencionar que Colombia ha sido el único país latinoamericano de habla hispana en ganar un premio internacional sobre la excelencia de un modelo educativo de aprendizaje a través del juego. Lo anterior lo hizo a través de aeioTU, que en el 2022 fue reconocido con el premio LEGO Prize por su destacada contribución al aprendizaje.
Dicho modelo se basa en el juego como herramienta fundamental para el desarrollo integral de la niñez, fortaleciendo habilidades cognitivas, socioemocionales y creativas a lo largo de las distintas etapas del crecimiento. A diferencia de otras metodologías, esta propuesta ofrece un entorno de aprendizaje activo donde las niñas y los niños tienen la oportunidad de experimentar, explorar y crear de forma espontánea, lo que favorece la curiosidad y promueve el pensamiento crítico desde los primeros años de vida.
“El juego no es una actividad opcional o secundaria, sino una inversión en equidad, bienestar y futuro”, enfatiza Arciniegas. Por ello, la organización hace un llamado a familias, educadores, comunidades y tomadores de decisiones para proteger el tiempo, el espacio y los recursos necesarios que permitan a los niños y niñas jugar libremente, acompañados de manera sensata y con materiales significativos.
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