‘Influencers’ católicos, la gran apuesta del Vaticano para revitalizar la Iglesia: ¿cómo funciona la estrategia?

Desde el año 1300, cuando Bonifacio VIII convocó al primer jubileo de la historia, peregrinaron hasta Roma categorías de entre las más diversas: trabajadores, seminaristas, familias, empresarios, movimientos, miembros de las fuerzas armadas, políticos, deportistas, jóvenes, músicos, artistas y demás…
Pero en el Jubileo de 2025, megaevento eclesial convocado por el papa Francisco invitando a los católicos a dar “signos de esperanza”, por primera vez también viajaron a Roma más de mil influencers católicos de más de 100 países, que protagonizaron el primer Jubileo dedicado a ellos, bautizados como “misioneros digitales”, el cual culminó el 29 de julio.
Considerado la gran apuesta de la Iglesia católica, este evento reunió durante dos días a todos aquellos que evangelizan en el entorno digital, compartiendo el mensaje del Evangelio en redes sociales, blogs, canales y aplicaciones.
“Unos dicen que la gran apuesta de la Iglesia son los influencers, pero yo diría, en cambio, que la gran apuesta de los influencers es la Iglesia… Solo que la Iglesia, la institución, no se había dado cuenta del amor tan grande, tan profundo, tan bonito, tan extendido, de ellos, gente que está haciendo esta misión digital desde hace diez o quince años”, dijo a La Nación el monseñor argentino Lucio Ruiz, experto en redes que fue el gran impulsor de esta iniciativa sin precedente que resultó más que exitosa.
“El tema es, ¿por qué los influencers hacen esta misión digital? Porque es normal: el cristiano cuando ama, donde está, predica Jesús. No es un proyecto estratégico, es la naturalidad del amor que cree y cuando vos amás y creés, lo das, y lo das naturalmente. Ahora lo que estamos haciendo, como hizo siempre la Iglesia con sus misioneros, es acogerlos, es formarlos, es acompañarlos, es enviarlos, es darles un contexto para que estén fuertes en la Iglesia y vivan en la Iglesia y trabajen con la Iglesia, para que no queden francotiradores o llaneros solitarios”, manifestó Ruiz, número dos del Dicasterio para la Comunicación.
“Entonces, el punto no es apostar por ellos, sino acogerlos en la vida de la Iglesia: ninguno vino a crear una account ahora, sino que son fruto de muchos años y entonces ahora fue ponerlos a todos juntos para que se sientan queridos, para que se sientan familia, para que se apoyen unos a otros, para que se sientan insertados en la Iglesia, puedan tener la formación, el reconocimiento, el acompañamiento de la Iglesia-Institución”, precisó.
Ruiz destacó que fue la apertura del papa Francisco la que hizo posible este primer Jubileo de los Influencers. “Esto es el fruto más genuino que tiene el sínodo con el tema de ensanchar la tienda, en sintonía con el corazón del Evangelio y con el llamado de Francisco a ser una Iglesia en salida, también en el mundo digital.
En este sentido, hay que recordar un neologismo de él, que llamó a ‘samaritanear’ el ámbito digital: llevar humanidad, esperanza y caridad a las redes, que significa hacerse prójimo y atender al dolor, como el Buen Samaritano de la parábola, porque la atención al sufrimiento del otro es clave en la misión, porque hace presente la misericordia de Dios”, afirmó. “El objetivo de la Iglesia en lo digital no es generar contenidos, sino provocar encuentros. Levantar a quien ha caído, dar esperanza a quien busca sentido, custodiar el valor del primer anuncio”, subrayó.
Entre los participantes de este primer Jubileo de los Misioneros Digitales e Influencers estuvo Pablo Licheri, licenciado en sistemas que en 2014 creó la aplicación Horarios de Misa, que sirve para localizar iglesias católicas y conocer sus horarios de misa, disponible hoy en 9 idiomas y bajada por 2 millones de personas.
“Quisimos poner la tecnología al servicio del Evangelio: si somos 1.300 millones de católicos en el mundo, ¡imagina lo que podemos hacer si usamos nuestros celulares también para acercarnos más a Dios!”, comentó Licheri, quien ideó la app después de un retiro espiritual en el que comprendió “el valor incalculable de cada misa y la necesidad de facilitar el acceso a ella”.
Al recibir el 29 de julio en audiencia a los misioneros digitales, el papa León XIV les recordó que su misión es “nutrir una cultura de humanismo cristiano” y que “no se trata simplemente de generar contenido, sino de crear un encuentro entre corazones”. Y les hizo un llamado: que vayan a “reparar las redes”.
“Jesús llamó a sus primeros apóstoles mientras reparaban sus redes de pescadores. También lo pide a nosotros; es más, nos pide hoy construir otras redes: redes de relaciones, redes de amor, redes de intercambio gratuito, en las que la amistad sea auténtica y sea profunda. Redes donde se pueda reparar lo que ha sido roto, donde se pueda poner remedio a la soledad, sin importar el número de los seguidores –los followers–, sino experimentando en cada encuentro la grandeza infinita del amor. Redes que abran espacio al otro, más que a sí mismos, donde ninguna ‘burbuja de filtros’ pueda apagar la voz de los más débiles. Redes que liberen, redes que salven. Redes que nos hagan redescubrir la belleza de mirarnos a los ojos. Redes de verdad. De este modo, cada historia de bien compartido será el nudo de una única e inmensa red: la red de redes, la red de Dios”, dijo el Papa.
“Sean entonces ustedes agentes de comunión, capaces de romper la lógica de la división y de la polarización; del individualismo y del egocentrismo. Céntrense en Cristo, para vencer la lógica del mundo, de las fake news y de la frivolidad, con la belleza y la luz de la verdad”, les pidió. Y les agradeció “por todo el bien que han hecho y hacen en sus vidas, por los sueños que persiguen, por su amor al Señor Jesús, por su amor a la Iglesia, por la ayuda que prestan a los que sufren y por su camino en las vías digitales”.
Jubileo de la Juventud El primer Jubileo de los Misioneros Digitales e Influencers estuvo enmarcado en el más amplio Jubileo de la Juventud, para el cual medio millón de jóvenes de 146 países se inscribieron.
El 68 % de los participantes eran de Europa, pero “muchos jóvenes eran de países que actualmente se encuentran en guerra”, como Líbano, Irak, Birmania, Ucrania, Israel, Siria y Sudán del Sur, dijo días antes del evento el obispo Rino Fisichella, alto responsable del Dicasterio para la Evangelización y responsable de la organización del evento.
Según comentó Fisichella, el Jubileo de la Juventud era “el momento más esperado” del Año Santo, “por ser el de mayor asistencia”, y para recibir a los peregrinos se movilizaron 270 parroquias, 400 escuelas, 40 centros extraescolares, centros de Protección Civil, estadios deportivos y familias.
Por su parte, el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, señaló que para esta ocasión se creó “la mayor instalación tecnológica jamás creada para un evento en Italia”, con una sala de control de 500 metros cuadrados que se encargó de la supervisión de la zona que acogió a los peregrinos, de más de 500.000 metros cuadrados.
Del 28 de julio al 3 de agosto los ‘papa-boys’ —término acuñado durante el Jubileo de los Jóvenes del año 2000, cuando dos millones de jóvenes invadieron Roma en tiempos de Juan Pablo II— participaron en cerca de 70 eventos en varias partes de Roma, incluyendo debates, charlas y espectáculos.
El evento, para el cual fue desplegado un plan de seguridad que incluyó a 4.000 agentes y miles de voluntarios, concluyó con una gran misa al aire libre.
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