Ventura con tres orejas y Romero con dos triunfan en el cierre de las mejores Colombinas de la historia

Se cierra el ciclo de Colombinas como es tradicional en domingo desde hace décadas en esta plaza con la corrida de rejones. Se espera y se consigue que venga la gente más cercana al agro, esos que tienen la bendita de trabajar hasta los sábados e incluso algún día del Señor también se ven obligados a la pensión que significa cuidar la explotación o atender al ganado.
Se empeña Diego Ventura en su condición de indiscutible mandón del arte de Marialva en «poner uno por delante», quien pise primero el albero y asuma la frialdad y ubicación del respetable. De esa forma se presenta Sergio Galán en Huelva después de 24 años de alternativa. Las cosas de las cosas son así, pero deberían ser de otra forma. Y esta tardía presentación, ni pedida ni esperada, no resultó triunfal, y eso que el conquense lo puso todo ante el primer murube de la tarde, que salió muy abanto y sólo adquirió formalidad con los rejones de castigo. Con Bambino dejó buenas banderillas asumiendo más riesgo del aparente y luego se enredó con los aceros tanto montado como a pie. En el cuarto tampoco remontó. El de Bohórquez era reservón y el jinete anduvo toda la tarde «intentando sacar al toro de una mancha de jara», como nos explicó gráficamente el maestro Paco Ojeda, con quien tuvimos la suerte de compartir tarde.
Diego Ventura es el que manda en los despachos, en el campo y, lo que nos importa hoy, en la plaza. Y tanto que mandó, al primero de su lote con poco celo y complicado le puso dos rejones de recibo y con Lio formó un alboroto hasta que puso banderillas sin freno en la boca ni riendas en la mano. Cortó oreja tras tener que desmontar y usar el descabello. Al más potable y querencioso quinto, posiblemente porque cayó en sus manos, le formó un lío de órdago grande, la pasión desatada de un público que admira a quien domina todas la suertes del rejoneo, dando ventajas al toro hasta dominarlo. Con Nivaldo mostró el porqué de su mando. Pero es que con Nómada la pasión se desató en cada quiebro, en cada cabriola se reducían los terrenos y se aumentaba la tensión, desde el tendido le cantaron sevillanas. A Fali, uno de los porteros de la plaza, le dedicaron fandangos y le dieron las dos orejas indiscutibles, tras banderillas cortas y rosas y protagonizar el mayor espectáculo del mundo en lo que a rejoneo se refiere.
Andrés Romero, recibido con palmas por Huelva, brindó el primero de su lote a su cuñado Juan Luis, un hombre fundamental en los inicios de su carrera, y lo recibió brillantemente con Obelisco. Con Guajiro logró los mejores momentos. El fallo con los aceros le impidió tocar pelo. Cortó dos orejas del sexto, a base de pundonor, fuerza, y rejoneo del bueno. Se fue a la puerta de toriles, lo cuajó en banderillas con Fuente Rey y las cortas con Capricho fueron de riesgo y verdad en medio de los aplausos del público. Mató a la segunda y cortó dos orejas muy pedidas por la grada. Al finalizar el festejo dio la vuelta al ruedo con el gran Guajiro, tras cortarle la coleta, para de esta forma a un caballo bueno que a sus 23 años se despide de los ruedos.
Seis festejos, tres llenos, dos novilladas hacen de estas Colombinas las mejores de la historia y una de las mejores ferias taurinas en plazas de segunda de España.
ABC.es