Los dientes largos de Gauguin

Hacia el final de su vida, Gauguin se había quedado prácticamente ciego, era adicto al láudano y a la morfina y sufría un dolor lacerante en una pierna como consecuencia de una pelea en un bar de la Bretaña, donde fue pateado por una turba de zuecos. El atormentado pintor vagaba con dificultad por la diminuta isla de Hiva Oa, en la Polinesia Francesa, había perdido su casa, se alimentaba desastrosamente a base de latas y tenía las extremidades cubiertas de pústulas, la prueba a la vista de todos de que aquel colonizador francés era un perverso sifilítico. Pero los médicos que lo trataron en Tahití nunca llegaron a diagnosticarle una enfermedad de transmisión sexual, pese a que eran muy comunes y estaban familiarizadas con ellas. Sus opiniones, coincidentes, eran que la dolencia del pintor era una combinación de eccema y erisipela exacerbada por picaduras de insectos.
Manao tupapau ('El espíritu de los muertos vela'), de Gauguin
WikipediaPero, a ver, ¿acaso Gauguin no era ese chico malo que propagó la sífilis por los Mares del Sur? ¿El mismo por el que desde los sectores más viscerales del #MeToo se ha llegado a pedir la quema de sus pinturas? Sue Prideaux, autora de una nueva y aclamada biografía, Wild Thing: A Life of Paul Gauguin, sostiene que se trata en realidad de una leyenda negra, que nunca sucedió algo así. El propio pintor ha salido en defensa propia encarnado en cuatro dientes que, por alguna razón, escondió dentro de un frasco en un pozo cercano a su última cabaña. Descubiertos y examinados por el Proyecto Genoma Humano en Cambridge, resultaron ser suyos y tras numerosas pruebas los investigadores no pudieron detectar rastro de cadmio, mercurio o arsénico, los tratamientos habituales para la sífilis en aquella época.
Una nueva biografía desmiente que fuera el chico malo que propagó la sífilis por los Mares del SurEntonces, si esa historia no es cierta, “¿a qué otros mitos podríamos estar aferrándonos?, se pregunta la autora. ¿El del turista sexual pedófilo y depredador que abusaba de niñas de 13 y 14 años? Prideaux recuerda que la edad de consentimiento en Francia y las colonias era de 13 años, que en Estados Unidos oscilaba entre los 10 y los 12 años, y que Japón no elevó la edad de 13 a 16 años hasta el 2023. “Estos hechos me horrorizan y me repugnan. Sin embargo, en el contexto de la época, las amantes polinesias de Gauguin eran, sin excepción, mayores de edad. Tenían la libertad de entrar y salir, y tener o no otros amantes. No hacía nada ilegal ni inusual para aquella época”, afirma la biógrafa.
Lee tambiénAsegura que fue un férreo defensor de la igualdad sexual y que, horrorizado por el opresivo régimen colonial francés, se dedicó al periodismo político y fundó su propio periódico en el que denunciaba a los funcionarios, que acabaron persiguiéndolo mientras los polinesios lo adoraban. Nuestra imagen de los artistas no solo se ve influenciada por sus obras, sino también por las historias que nos cuentan sobre ellos. ¿Qué hacemos si no nos gustan, los tiramos a la basura? Los chismes disfrazados de historia del arte son un billete directo a la cancelación. La realidad siempre es más compleja.
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