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Psicología: Por qué nos gusta tanto chismorrear y por qué incluso es bueno para nosotros

Psicología: Por qué nos gusta tanto chismorrear y por qué incluso es bueno para nosotros

El chisme es como el pegamento que une muchas amistades. Pero ¿por qué nos gusta tanto hablar de los demás? La ciencia tiene respuestas y revela por qué el chisme incluso cumple importantes funciones sociales.

Todos lo hacemos, algunos con más frecuencia, otros con menos. Y al mismo tiempo, todos, de alguna manera, condenamos el chismorreo. A veces chismeamos sobre alguien por venganza, a veces para sentirnos mejor con nosotros mismos o porque nos sentimos inseguros. Pero chismear no siempre significa que nos portamos mal o que seamos malas personas. La ciencia coincide en que hablar de los demás también cumple ciertas funciones en los grupos sociales. En la mayoría de los casos, incluso tiene un efecto importante: sentimos una fuerte conexión con la persona con la que chismeamos.

En su libro "Grooming, Gossip, and the Evolution of Language", el psicólogo y antropólogo británico Robin Dunbar explica la importancia del chisme para los grupos sociales. Fortalece los vínculos e incluso ayudó a nuestros antepasados ​​a sobrevivir. A través de esta conexión social, pudieron obtener información importante y necesaria. El chisme es, por lo tanto, la forma más efectiva de establecer contactos.

El chisme fue muy importante para el desarrollo de nuestro idioma.

Además del aspecto de los vínculos sociales, el chisme tuvo otro efecto evolutivo: impulsó el desarrollo del lenguaje. Así es como nuestros antepasados ​​desarrollaron y ampliaron su vocabulario; Robin Dunbar incluso lo considera el origen del lenguaje. De hecho, se dice que los humanos de la Edad de Piedra reemplazaron el acicalamiento de sus antepasados, los chimpancés, por el chisme. Los simios se arrancaban mutuamente el pelo para crear vínculos sociales y forjar relaciones. Sin embargo, dado que los primeros humanos errantes viajaban en grupos demasiado grandes para esto, y este acicalamiento no era una opción, Dunbar afirma que comenzaron a hablar, incluso de los demás, para fortalecer su sentido de unión.

La ciencia se ha preocupado desde hace tiempo por el tema del chisme. Por ejemplo, la Universidad de California, Berkeley, realizó un metaanálisis de cinco estudios con resultados fascinantes. A menudo se acusa a las mujeres de ser las mayores chismosas. Sin embargo, según los investigadores, los hombres chismean con la misma frecuencia. Las personas más jóvenes difunden rumores con mayor frecuencia que las mayores y, como era de esperar, los extrovertidos son más activos en el chisme que los introvertidos.

Pegamento social: por qué nos gusta chismorrear

En otro estudio, la Dra. Stacy Torres, también de la Universidad de California, realizó un seguimiento a personas mayores en Nueva York durante cinco años. La psicóloga descubrió que el chismorreo sirve como remedio para la soledad en las personas mayores, especialmente en quienes viven solas.

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En lugar de unirse a organizaciones como la iglesia, las personas prefieren permanecer en sus grupos vecinales. Chismear les ayuda a conectar con otros y a forjar vínculos. A menudo, chismear es simplemente un intento de iniciar una conversación con otra persona y estrechar lazos. Puede que no siempre sea lo más noble, pero es un comportamiento profundamente humano.

Por qué está bien chismear, a veces

Ambos estudios lo dejan claro: la mayoría de las personas chismean en algún momento de su vida, y esto tiene importantes propósitos sociales. Entonces, ¿por qué chismear tiene tan mala fama? Probablemente porque todavía lo asociamos con la agresión. A menudo, cuando chismeamos sobre una persona o un grupo, desahogamos nuestra ira, y la situación puede empeorar rápidamente.

Pero, en definitiva, esa es precisamente la ventaja: porque en lugar de desahogar esa ira con violencia física en el peor de los casos, se disipa al hablar del tema con un buen amigo o compañero. Y después, puede que no nos parezca tan grave y seamos un poco más conciliadores con esa persona la próxima vez que nos veamos. Eso es mejor que reprimir la ira y luego descargarla contra la otra persona con toda su fuerza, ya sea física o verbalmente. Es mejor desahogarse adecuadamente en un espacio seguro de antemano y luego pasar página. Además, nos sentimos más cerca de la persona con la que estábamos cotilleando.

Sin embargo, no está de más examinar tu propio comportamiento chismoso y analizar cuánto hablas de los demás, de qué manera y, sobre todo, por qué. Como en tantas cosas en la vida, la dosis hace el veneno. Cualquiera que chismee constantemente debería preguntarse honestamente si solo intenta sentirse mejor. Sin embargo, con moderación, los beneficios superan claramente las desventajas: chismear nos ayuda a construir vínculos sociales, es una herramienta importante para mantener relaciones y, desde una perspectiva evolutiva, también es importante para el desarrollo de nuestro lenguaje.

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