El último maestro de su profesión a los 77 años: ama su trabajo desde hace 63 años


Mientras sus compañeros se jubilan, él continúa cuidando caballos y ganado, desafiando los años.

Polat lleva 63 años en la profesión de herrero, que comenzó como aprendiz de un maestro en 1962, cuando tenía tan solo 14 años. Cuando se acabó el número de clientes, Polat cerró su tienda y comenzó a trabajar como tienda móvil. Él cuida de los animales en el lugar en respuesta a las demandas de Sivas y las provincias circundantes.

Polat, que llama la atención por poder seguir ejerciendo con éxito a sus 77 años el oficio de herrador, que exige fuerza física, atención y experiencia, sigue amando su trabajo a pesar de llevar años en la profesión. El maestro herrador explicó que había resultado herido muchas veces durante operaciones con cuchillo y enfatizó que su trabajo era difícil y peligroso. Polat afirmó que los jóvenes se alejan de los trabajos pesados y que ya no queda nadie que les enseñe el trabajo, y expresó su preocupación por el futuro de la profesión.

Hüseyin Polat, quien comentó que el cuchillo que usaba en herrería requería atención, comentó: «Empecé a trabajar como aprendiz de un maestro en 1962. He trabajado como herrador desde entonces. Llevo 63 años en este oficio. Me gano la vida con este trabajo y lo hago con mucho gusto. Nadie más haría este trabajo. Quienes me ven dicen que estoy por encima de todo».

Trato vacas que valen 300 mil TL en los pueblos de los alrededores. Se recuperan en 10 días. Si se la trata de cualquier otra manera, la vaca no puede ponerse de pie. Soy herrador móvil. Encuentran mi número y me llaman. Si me dicen: "Ven y dispara a mi animal", voy. Nadie puede utilizar mejor que yo el cuchillo que yo utilizo en mi profesión. Tengo muchas cicatrices en mi cuerpo por el cuchillo. "Si no sujetas la muñeca con fuerza, se caerá, lesionarás el brazo y dañarás los nervios", explicó.

Polat, quien también afirmó que los jóvenes no prefieren este trabajo, dijo: "La maestría de herrador no es una profesión para jóvenes. De todas formas, no hay gente capacitada. Puede haber caballos de mal genio. Cuando el caballo sufre dolor, le clavo los cascos y lo dejo. Clavo un caballo en 25 minutos. Estaba sujetando un casco de caballo, se enojó, me golpeó la respiración y me caí. Me encantaría que los jóvenes aprendieran esta profesión. Los jóvenes de hoy eligen el camino fácil; no quieren entrar en una profesión difícil. Aunque nuestra profesión es sucia, la suciedad desaparece al lavarla".
ntv