¿Qué esconden los hipnotizantes ojos de “La joven de los crisantemos”? Análisis de la obra más famosa de Olga Boznańska

Olga Boznańska fue una de las pintoras polacas más destacadas de finales del siglo XIX y principios del XX (1865-1940). Hoy en día se la considera una maestra del retrato atmosférico y del sutil juego de luz. Nació en Cracovia en una familia con intereses artísticos: su padre era ingeniero y entusiasta del arte, su madre provenía de una familia francesa y pintaba. Ya de muy joven mostró un talento extraordinario para la pintura, que desarrolló primero en Cracovia y luego en Múnich, donde continuó sus estudios en estudios privados ( en aquella época las mujeres no tenían posibilidad de estudiar en escuelas de arte). Vivió en Múnich durante una docena de años, donde consiguió sus primeros éxitos y obtuvo reconocimiento internacional.
En 1898 se trasladó a París, donde permaneció el resto de su vida, participando en la vida artística de la capital y exponiendo sus obras. A pesar de numerosas ofertas para regresar al país, eligió conscientemente vivir en el exilio, manteniendo fuertes vínculos con Polonia.
La artista dio forma consistente a su característico estilo melancólico, basado en colores tenues y una textura pictórica delicada, casi borrosa. Siguió su propio camino artístico, creando obras que hasta el día de hoy cautivan por su profundidad de emoción y habilidad pictórica.

En relación con el 160 aniversario del nacimiento de la artista, el Ministerio de Cultura y Patrimonio Nacional declaró el año 2025 como el Año de Olga Boznańska. Esta distinción simbólica pretende recordarnos sus extraordinarios logros y su importancia para el arte polaco y europeo. Boznańska, considerada una de las pintoras más destacadas de la época, marcó con su obra una nueva dirección en el retrato psicológico, combinando la técnica impresionista con una profunda reflexión sobre la naturaleza humana tan característica de los simbolistas. La celebración del año de Boznańska será una excelente oportunidad para participar en numerosas exposiciones, eventos educativos y proyectos artísticos que acercarán su obra, incluido su retrato más famoso, al público contemporáneo.
"Niña con crisantemos": luz y almaEl retrato "Niña con crisantemos" fue creado en 1894 en Múnich, durante los últimos años de la estancia de Boznańska en un lugar que tuvo una enorme influencia en su desarrollo artístico. Alemania en aquellos años vibraba con nuevas ideas y estaba llena de efervescencia creativa : fue aquí donde el joven pintor absorbió el cambiante mundo del arte, equilibrándose entre la tradición y la modernidad que se avecinaba. Europa vivía una época de grandes avances en la cultura y el arte : el impresionismo iluminaba los lienzos con un brillo y un color característicos, el simbolismo introducía misterio, profundidad y discreción en las pinturas.
Boznańska se inspiró en ambas corrientes: de los impresionistas aprendió la sensibilidad hacia la luz y la paleta sutil de colores, y de los simbolistas aprendió a penetrar en lo más profundo del alma de los personajes que retrataba. Durante este tiempo, la artista trabajó intensamente en retratos psicológicos, allanando el camino para las generaciones posteriores de pintoras.
En varios cuadros pintados por Boznańska a principios de la década de 1990 , aparece una niña de identidad desconocida, a menudo en presencia de su madre.
El retrato “Niña con crisantemos” muestra a esta modelo adolescente en una toma sencilla e íntima, con un fondo minimalista y colores ascéticos. El valor de este retrato es principalmente su profundidad emocional.
El rostro de la niña se muestra con extraordinaria sutileza: una mirada reflexiva, dirigida fuera del marco, y un delicado modelado de claroscuro le confieren una madurez inadecuada para su edad. La yuxtaposición de esta expresión con el gesto tímido de sostener las flores enfatiza la naturaleza multidimensional de la figura. El cuadro también carece del brillo típico de los retratos infantiles de la época y se distingue por una técnica pictórica refinada en la que el artista utiliza pinceladas finas sobre cartón. "Muchacha con crisantemos" presagia el desarrollo posterior del estilo de Boznańska, que perfeccionaría en París en años posteriores.

Nada es casual en este retrato, incluida la presencia de flores, que desempeñan un papel fundamental. En la cultura europea de finales del siglo XIX, los crisantemos se asociaban principalmente con la muerte y el duelo, y el hecho de que una niña los sostenga puede equivaler a una reflexión melancólica sobre la transitoriedad y la fragilidad de la vida.
Sin embargo, en el arte oriental, especialmente en Japón, la misma flor tenía un significado completamente diferente. El crisantemo, introducido allí en el siglo VIII, fue rápidamente reconocido como un símbolo del poder imperial y un tesoro nacional. Su imagen con dieciséis pétalos apareció en el sello imperial, pasaportes y monedas. La más alta condecoración japonesa, la Orden del Crisantemo, todavía existe hoy en día.
A pesar de sus fuertes vínculos con el imperio, en Japón el crisantemo también se asocia con una vida larga y feliz. Cada año se organiza allí el Festival de la Felicidad, durante el cual se le rinde un homenaje especial.
En el pasado, los tronos imperiales estaban decorados con estas flores, dando origen al término "trono de crisantemo".
Boznańska parece jugar conscientemente con esta dualidad de significados : su pintura equilibra la tristeza y la esperanza, la transitoriedad y la duración. Los crisantemos blancos tienen una capa adicional de significado: están asociados con la infancia, la inocencia, la gentileza y la lealtad. Se puede pues leer este cuadro como una sutil reflexión sobre la pérdida de la inocencia infantil y la inevitable transición a la edad adulta, con todo el peso y el potencial que suponen las nuevas emociones y experiencias.
"Niña con crisantemos": una obra maestra al óleo sobre cartónEn su obra más famosa, Boznańska recurrió a la pintura al óleo, pero lo hizo de un modo alejado de la precisión académica: creó una imagen compuesta de diminutas rayas pintadas con un pincel casi seco.
“Niña con crisantemos” es uno de los primeros cuadros de la artista pintados no sobre lienzo, sino sobre cartón , un material que con el tiempo se convirtió en su soporte favorito.
El cartón cuya superficie fue imprimada débil o localmente con cola glutinosa, debido a su capacidad de absorción, permitió obtener una superficie mate y una textura rica. El pintor pintaba con pequeñas manchas secas, que recordaban al puntillismo, dejando a veces visibles fragmentos del fondo, lo que confería a las obras un carácter ligeramente esbozado.
Boznańska también abandonó los contornos afilados, creando transiciones suaves y desenfoques gracias a los cuales la figura emerge sutilmente del fondo, que es un elemento igual de la composición. La luz difusa añade profundidad y hace que toda la escena parezca inmersa en un brillo delicado, que realza el ambiente de intimidad y paz.
En "La joven con crisantemos" se aprecian especialmente los rasgos característicos de la obra de Boznańska , que aparecen también en sus retratos posteriores: la figura se muestra frontalmente, la composición es plana y todo fue creado sin boceto. El artista pintó en capas finas, con pinceladas cortas que daban a la imagen una textura ligera y vibrante, visible tanto en el rostro de la modelo como en su ropa y el fondo.
"Niña con crisantemos": los colores del retratoEstá dominado por una paleta de colores fríos y tenues, principalmente tonos de gris, marrón y verde apagado. El fondo y el vestido de la niña son en tonos gris ceniza, lo que introduce un estado de ánimo melancólico y proporciona contraste con los elementos más claros, como los crisantemos blancos, la tez pálida de la modelo y el rosa de sus labios. El cabello rojo dorado de la niña y sus ojos profundos, casi negros e iluminados añaden un poco de vida a la composición. Boznańska evita los contrastes claros y, en su lugar, utiliza transiciones tonales sutiles que confieren suavidad a la imagen. La representación pictórica del rostro es particularmente refinada: el delicado juego de tonos rosas, beige y fríos muestra las emociones de la figura retratada y una cierta transitoriedad, característica de la obra del pintor.
Olga Boznańska ha creado un estilo de pintura único, combinando su técnica específica con una profunda emocionalidad. Su retrato más famoso, "Niña con crisantemos", no sólo es un icono de la pintura polaca, sino también un estudio simbólico de la transitoriedad y la maduración. En 2025, el análisis de esta obra adquiere especial importancia.
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