Kevin Kohansen y Liniers, cómplices del humor arriba y abajo del escenario

Este es un dúo que bien podría compararse al de Messi y Di María, si no fuera por que Kevin Johansen persiste en ser el clon del Piojo López y entonces, bueno, para continuar en tren de comparaciones de duplas futboleras, a Liniers le quedaría ocupar el rol de un Hernán Crespo o de un Lagarto Fleita, con quienes el Piojo se entendía más o menos bien. Lo que queremos decir es que estos dos, uno como músico, el otro como dibujante, uno de River, el otro de Boca, se junan a la perfección y constituyen una dupla creativa y artística de lo más cautivante, sobre todo, para un público que va de los treintis a los cincuentis.
Hace rato, en realidad, que trabajan juntos: ninguno de los dos sabe muy bien cómo empezó todo, ni cómo fue que se conocieron, ni cómo se les ocurrió lo que se les ocurrió. Lo cierto es que comenzaron a hacer presentaciones juntos hace unos 15 años, la cosa funcionó y la siguieron. Esto es: Kevin Johansen, cantante, músico y compositor, entona sus canciones, mientras, a su lado, Ricardo Liniers Siri –¡dibuje, maestro!– ilustra con timing preciso las historias de esas canciones.
De a poco, los amigos hasta se animan a permutar roles en algún pasaje del show. Será ocasión para ver a Liniers tocar la armónica, intercambiar chistes con Kevin, bailar cumbia, hacer coros, rasguear la guitarra y hasta entonar algunas estrofas que van desde “Libre soy”, de Frozen, a “Creep”, de Radiohead. Todo en tono jocoso. Lo mismo Kevin: canta, toca y baila, hace chistes y dibuja, a su modo, a un Liniers en cuero y fortachón. Fiu, fiuuu.
Tapa del disco "Desde que te Madrid", de Kevin Johansen y Liniers.
La química entre los dos es innegable. Con arte de tapa de Liniers, el disco Desde que te Madrid, de reciente lanzamiento en Argentina por Sony Music en formato CD y vinilo, da cuenta de esta amistad: en sus shows no son ni más ni menos que dos amigos pasándola bien haciendo que otros también la pasen bien. El CD está compuesto por 23 tracks (14 canciones) con lo más representativo de los hits nuevos y de los viejos, más algunos covers (como “Modern Love”, de David Bowie, o “La chanson de Prévert”, de Serge Gainsbourg), en un recorrido de casi dos horas de espectáculo entre guiños y carcajadas, canciones y bailes, homenajes e invitados. La lista de temas incluye “Anoche soñé contigo”, “Desde que te perdí”, “Tú ve”, “Cumbiera intelectual” y “Guacamole”.
El título del disco es una referencia al tema “Desde que te perdí”, uno de los grandes hits de Johansen. Que, en esta ocasión, además, interpreta con la ayuda del grupo español Las Migas. Jorge Drexler es el invitado deluxe para “No voy a ser yo” y Tom Atahualpa Johansen, hijo de Kevin, el responsable del cajón peruano. La grabación vino a coronar dos años de gira por 37 ciudades de 16 países de Europa hasta el cierre en el histórico Teatro Albéniz, de Madrid, una city que a ambos les resulta muy querida. Vino, luego, la tournée por Argentina y Sudamérica.
Johansen y Liniers plantean de entrada el tono del show, que será también el del nuevo disco: mucho humor. ¿Cuál es la fama de los argentinos por el mundo? “La humildad”, dirán estos dos argentinos, riéndose de ellos mismos. (Con esta aclaración: Kevin Johansen nació en Alaska, Estados Unidos, hace 60 años y ahora vive en Buenos Aires y que Liniers nació en Buenos Aires hace 51 y ahora vive en Vermont, Estados Unidos). “Es un chiste que nos da muchas satisfacciones en Latinoamérica y en España, porque evidentemente los argentinos tenemos fama de ser muy ‘cheroncas’ y ser bastante particulares”, dice Ricardo Liniers Siri, historietista, ilustrador, pintor y editor, autor de Macanudo (acaba de publicarse la tira número 11 por Reservoir Books). “Creo que despierta una suerte de empatía o una combinación rara de admiración y aprecio de que es nuestra idiosincrasia y que también hay un lado bueno de eso, no es todo negativo. Al menos, nosotros lo presentamos de esa manera”, refiere Johansen.
Se jactan, como buenos argentinos, de no haber guionado o ensayado ese ida y vuelta que surge festivamente en el escenario. Es decir: por supuesto que el espectáculo, como tal, tiene una rutina y un guion, pero no es que se sentaron a escribir los chistes sino que lo que allí vemos surgió espontáneamente entre ellos hasta que un día dijeron probemos esto sobre tablas. “Lo único de toda nuestra historia que recuerdo haber dicho por qué no hacemos esto fue el paso de comedia con el ukelele doble de Kevin: yo empiezo a tocarlo y a cantar, y él viene de atrás y se suma, y hacemos una especie de ukelele a dos manos. Es un momento que la gente no olvida más, porque somos como Rose y Jack en la popa del Titanic”, ilustra Liniers, como no podía ser de otra manera.
Kevin Johansen y Liniers, en Madrid. Foto: Sony Music
“Fuimos fijando cosas al andar –se suma Johansen–; es, como solemos decir, una amistad arriba del escenario. Entonces hay mucha confianza también para la traición”. Porque solo se puede traicionar a un amigo, rematará el ilustrador, traicionar es en el fondo un gesto de amistad.
La charla con Revista Ñ –o más bien, sucesión de chistes que empieza uno y remata el otro– transcurre en el comedor de la casa de Johansen, donde Kali, una esbelta gata blanca, se franelea con uno y otro dejando sus suaves pelos blancos en sweaters, remeras y sacos negros de los involucrados en la entrevista. Secunda la conversación, además, una foto en blanco y negro de Lala Franco, gestora cultural, productora audiovisual, dulce anfitriona y esposa de Kevin, donde se la ve rodeada de popes del humor argentino, entre algunos de ellos, Quino, Fontanarrosa, Caloi, el Negro Dolina, Alfredo Casero y, otros próceres, como Serrat, Menotti y Mollo. “Ahí realmente ves la naturalidad con la que personas que manejan disciplinas diferentes en realidad tienen mucho en común”, señala algo serio el autor de melodías como “Guacamole” o “Cumbiera intelectual”, “creo que primordialmente el hecho creativo, el hecho de estar ensimismado pergeñando algo te ubica en un lugar de empatía con el otro”.
"Cumbiera intelectual". Liniers convirtió en historieta algunos de los temas de Kevin Johansen.
“Él también juega con la palabra”, remarca Kevin de su partenaire creativo. “Lo que siempre rescato de Ricardo es que no es un historietista de chiste fácil. Es un poeta que a veces puede ser gracioso o irónico o incisivo, que juega mucho con lo naïf, pero te mete la intelectual, juega con el chiste y por abajo te tira la zancadilla. Ahí coincidimos en el gusto por lo aparentemente simple. Pero hay capas de sentido, hay una segunda lectura”. Y finiquita la idea: “Siempre digo que soy de-generado, respecto al género, un latiguillo que uso hace 20 años. De alguna manera, él también es un poco de-generado, no somos unidimensionales, no estamos haciendo un solo personaje”.
Las loas de uno a otro van y vienen. Explica Liniers: “Lo que me da mucha riqueza para lo que hago en el show es que todas las canciones de Kevin tienen cosas diferentes, mezcla distintos tipos de música, como un genio loco mezclando tangos, no es que hace siempre el mismo camino. Entonces, a la hora de dibujar, es muy variado lo que puedo hacer, hay muchas atmósferas diferentes”. No es que tenga un reloj de arena pero Liniers debe concretar una ilustración con sentido en el tiempo que dura una canción, que, en general, promedia los tres minutos. “Siempre digo que los dibujantes somos graciosos en cámara lenta, pero en el escenario no hay cámara lenta, es en tiempo real, todo eso me hace trabajar diferente a Macanudo y eso me divierte”.
Kevin Johansen y Liniers junto a Las Migas interpretan "Desde que te perdí" para el disco "Desde que te Madrid"
¿De dónde viene el humor en ellos y por qué, en general, el humor está subvalorado? Johansen esboza una explicación: “Respecto a los novelistas y la diferencia entre los anglosajones y los latinoamericanos, Cortázar decía que el anglosajón tiene muy bien ponderada la ironía, como algo superior y profunda. En cambio, el latinoamericano teme que si utiliza la ironía no va a ser tomado en serio. Los novelistas latinos caen en una solemnidad contra la cual él también luchaba. Después, son elecciones. Tiene que ver con lo que escuchaste y viste en tu vida. Desde que llegué a la Argentina, a los 12 o 13 años, mi mamá me llevó a ver Les Luthiers. Vi a esos locos tocando instrumentos inventados y tocando un foxtrot o una cumbia o un tema clásico o popular. Como adolescente, crecí como fan de Charly y de Les Luthiers. El combo estético, para mí, está ahí”.
Evocó a Les Luthiers, histórico grupo de humor a quien está dedicado el disco. Otro de los objetos que enmarca la charla son unas viñetas de Liniers en homenaje, precisamente, a aquel entrañable grupo de humor: una de sus primeras tiras de Macanudo mostraba a un señor en un teatro con un smoking, engolando la voz y diciendo algo a todas luces pretencioso. Cómo no verlo a Marcos Mundstock o a Daniel Rabinovich, en pleno carraspeo de la garganta. Hay más. El dibujante creó una historia en viñetas de 15 canciones de Johansen, incluidas en el librito del disco, que además cuenta con un exquisito prólogo, por demás humorístico por si hace falta clarificar, a cargo ni más ni menos que del luthier Carlos López Puccio: “¿En qué se parecen entre sí nuestros artistas de hoy, Kevin y Liniers? En eso mismo que los une en escena y en la vida: belleza, poesía y ternura”.
*Kevin Johansen y Liniers se presentan el 8 de mayo en el Auditório Araujo Vianna, de Porto Alegre, Brasil. Y el 11 de mayo, de 16 a 21, en el cierre de la Feria del Libro de Buenos Aires.
Clarin