Sálvese quien pueda

Detrás de un título y de una ilustración que no se entienden bien, A cent trenta per la nacional de Guillem Sala (Barcelona, 1974) es una novela entretenida, más que bien escrita, que destripa el mundo que nos rodea. La he estado leyendo mientras miraba los últimos episodios de Twin Peaks: el retorno y he encontrado algunas coincidencias. Con la excusa de una historia espiritual-mágica-cuántica (una aparición que se manifiesta en el lavabo pequeño de la casa de una señora pudiente), Sala retrata la decadencia de la vida social: jóvenes y viejos tiran cada uno por su lado, sin ningún principio ni fundamento moral. Es una novela divertida, con paradojas argumentales bien resueltas, con picos de violencia, con una larga serie de secuencias de alocada road movie (que no justifica el mal título, cero yo) y con una conexión compleja y resultona entre el pillaje del reino de Benín por las tropas imperiales británicas y el futbol de tercera regional, los colegios de monjas y loa quillos de los noventa, el arte africano y las familias adineradas de Argentona. Sala combina todos estos elementos en una novela que -después del do de pecho trágico de El càstig (2020), la historia de una profesora de instituto liada con un alumno- se inscribe en uno de los géneros que, para mi gusto, más recorrido tienen en la narrativa catalana actual: el thriller grotesco que desnuda el desastre que es todo.
⁄ Se inscribe en uno de los géneros actuales más interesantes: el thriller grotesco que desnuda el desastre que es todoA diferencia de otras novelas del mismo estilo (me gustan mucho El dia de l’escòrpora de Miquel Bonet y Radio Free Camaco d’Edgar Cantero: lo he dicho otras veces), A cent trenta per la nacional deja de lado políticos, caciques y corruptos. Tres amigas del colegio, el marido de una de las tres, los hijos de la pareja, un chorizo y su banda: menos piezas y diferentes. En un segundo plano, el teniente-coronel de las tropas británicas y su nieta, que formaba parte del grupo de amigas, que murió joven y que ahora es una presencia espectral. Al situar la acción en 1997, no tiene sentido una crítica política retrospectiva. Sala describe caracteres –Teresa, la chica pobra que aspira a casarse con un rico del Club Náutico, Maria, que no sabe qué quiere, alocada y, a veces, inconsciente– y hace evolucionar la acción a partir de los personajes.
⁄ Mediante descripciones breves, diálogos en ping pong e imágenes explosivas arranca una historia que apetece leerA veces, los editores, para promover una obra, cuelgan un capítulo en la red. Si leen las primeras páginas de A cent trenta per la nacional se percatarán de que dedos tiene Guillem Sala y de lo bien escritos que están los pasajes más bien escritos de este libro. El primer capítulo es un cuento redondo, tan potente, que podría funcionar solo: las amigas que se reencuentran, la fascinación de Teresa por el gran mundo, la imagen alucinante de la niña que pilla una pata de pollo cortada y le pinta las uñas. Toda la coña del ectoplasma de Doris. Y como mediante descripciones precisas, de diálogos en ping pong y de objetos simbólicos -la pata de pollo, un disco de la cantante Mina- presenta unas psicologías tersas y arranca una historia que apetece leer. El otro gran momento gratuito es el encuentro de Maria con un personaje sinistro apodado el Pelé, y como acaban fornicando en un pinar cochambroso.
En El halcón maltés una serie de personajes atrapados buscan la solución salvadora en una escultura providencial. En A cent trenta per la nacional, Teresa, Maria, Álvaro Claramunt López Montenegro, Pablo, Hugo, Ponça, el Pelé y el Garrincha se desviven por un ídolo de Benín. Quizás el drama del país –en 1992, en 1997 y tantas otras veces antes y después– ha sido querer dar con una solución mágica que arregle las cosas de un día para otro. Todos lo huevos –a poder ser todos de dos yemas– en el mismo cesto. Una novela cómica muy acertada, con capacidad diagnóstica.

'A cent trenta per la nacional'de Guillem Sala
Guillem SalaA cent trenta per la nacionalL’Altra. 240 páginas. 20 euros
lavanguardia