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Dr. Treking & Mr. Hyde

Dr. Treking & Mr. Hyde

Casi todos los días, al mediodía, salgo al bosque. Tengo una ruta de unos setecientos metros de desnivel positivo que, ida y vuelta, recorro en dos horas y cuarto. La subida, andando –sendero enmarañado, pista, sendero enmarañado, pista y pista– hasta la casa de Vallicrosa. De vuelta, corriendo por los trozos de pista. Hace muchos años me acostumbré a marchar y a correr a pleno sol y, a no ser que la temperatura escale hasta los cuarenta grados, lo hago sin grandes sufrimientos. Peor que eso: le encuentro gusto a tostarme. Tiene la ventaja de que a estas horas –de una a tres y cuarto, o de dos a cuatro y cuarto– no llama nadie. De regreso, almuerzo en cinco minutos y me pongo a trabajar. Antes de salir he estado escribiendo hasta el último minuto.

En este paraje, aunque el sol claiente, camino cada día con la intención de aclararme las ideas

Julià Guillamon

La murga es que no me puedo ir sin móvil porque tengo a mi cargo una persona con un grado 3 de discapacidad. He de saber en cada momento qué pasa, tienen que poder llamarme y mandarme whatsapps. No se habla lo suficiente del problema de los adictos a la adrenalina. Cuando llego estoy relajado y trabajo de maravilla. Pero cuando se acerca la hora de salir no hay manera de concentrarme y no doy pie con bola. El momento crítico son esas dos horas y cuarto. En el camino de subida voy pensando -a menudo cosas de trabajo- con resultados catastróficos. Me encallo en reflexiones circulares sobre agravios imaginarios, magnifico problemas que no lo son tanto, sale el anarquista de la FAI que llevo dentro y como -¡ay!- tengo el móvil conectado todo el rato, empiezo a mandar mensajes incendiarios. En la bajada me relajo un poco y aunque todavía monto algún pollo, es menos grave. Cuando ya estoy en casa, recuerdo el mensaje que he mandado y pienso: “¿pero qué coño haces?”

Tienen que poder llamarme: no se habla lo suficiente del problema de los adictos a la adrenalina
En este sendero enmarañado, los pensamientos se enroscan con resultados que pueden devenir catastróficos

En este sendero enmarañado, los pensamientos se enroscan con resultados que pueden devenir catastróficos

Julià Guillamon

Visto desde fuera parece cómico pero sufro un montón. Al margen que me paso la vida pidiendo disculpas a gente que no me ha hecho nada. Se me ocurre la solución de tener un móvil para salir al monte sólo con el número de teléfono y el whatsapp de casa, que no me permita mandar nada a nadie. Otra solución es el proveedor sueco de servicios multimedia y streaming de audio. Recurro a él para ponerme una música que sea tranquila o que no sea tranquila y que pueda ir cantándola a toda máquina, como la gente que canta la-la-la-la cuando no quiere oír algo que le dicen. Yo no quiero oír la voz interior que me pincha: “escríbele un whats y mándale al carajo”. El proveedor sueco de servicios multimedia y streaming de audio lanza un anuncio entre bloques de canciones que me pone histérico. Dice: “Tu proveedor sueco de servicios multimedia y streaming de audio te acompaña en tu rutina como tus zapatillas de running”. “¡Malnacidos! ¿Por qué habéis convertido a música, que era una liberación, en una rutina? ¡Qué asco de sociedad es ésta: conservadora, aplastada, vendida!”. En ese momento, si me muerdo, me enveneno y me muero ahí mismo.

lavanguardia

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