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¿Cuerpos como el extraño objeto interestelar 3I/ATLAS pueden ser 'semillas' de nuevos planetas? Un nuevo estudio plantea esta posibilidad

¿Cuerpos como el extraño objeto interestelar 3I/ATLAS pueden ser 'semillas' de nuevos planetas? Un nuevo estudio plantea esta posibilidad
El 1 de julio de este año, el telescopio de sondeo Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (Atlas, por sus siglas en inglés), en Chile, reportó algo inusual: la detección de un objeto que no pertenecía a nuestro vecindario cósmico. Era 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar del que se tiene registro en la historia de la astronomía, después de los ya célebres ’Oumuamua (2017) y Borisov (2019).
Según la Nasa, este tipo de cuerpos son viajeros extraviados del universo, fragmentos de otros sistemas planetarios que fueron expulsados por inestabilidades gravitacionales, choques o encuentros cercanos con gigantes gaseosos. Tras millones de años de deriva en el vacío, terminan cruzando —por azar— la órbita del Sol. “Son fragmentos de otros sistemas planetarios… flotando por millones de años en el vasto vacío galáctico hasta que, por pura casualidad, cruzan la vecindad solar”, explica Santiago Vargas, astrofísico de la Universidad Nacional de Colombia.
El paso de 3I/ATLAS por el Sistema Solar ha despertado un enorme interés científico, pues aún es posible observarlo con telescopios terrestres hasta septiembre de 2025, antes de que se acerque demasiado al Sol y quede oculto hasta finales de año. Cada observación cuenta: lo poco que sabemos sobre su composición y origen podría reescribir capítulos enteros de la formación planetaria.
Un ejemplo de esto es lo que propone una investigación presentada esta semana en el congreso EPSC-DPS 2025 en Helsinki, en la que señalan que estos visitantes cósmicos pueden ser mucho más que simples rarezas. La astrofísica Susanne Pfalzner, del Forschungszentrum Jülich (Alemania), sostiene que objetos interestelares como 3I/ATLAS podrían actuar como semillas capaces de acelerar la formación de planetas gigantes alrededor de estrellas jóvenes.
Los modelos clásicos describen la formación planetaria como un lento proceso de acumulación de partículas que se adhieren unas a otras. Pero la teoría tiene un límite: al llegar al tamaño de un metro, los fragmentos tienden a rebotar o desintegrarse en lugar de unirse, lo que dificulta explicar cómo surgen cuerpos mucho mayores.

3I/Atlas Foto:Nasa

Pfalzner propone una salida al enigma: los discos de formación planetaria pueden atrapar millones de viajeros cósmicos del tamaño de ’Oumuamua, que medía unos 100 metros. Estos cuerpos, listos para crecer, servirían de núcleos sobre los cuales se acumularía más material, permitiendo que gigantes como Júpiter se formen en apenas dos millones de años, antes de que el disco de gas y polvo desaparezca.
El modelo también explica por qué los planetas gigantes son escasos alrededor de las estrellas más pequeñas y frías (las enanas M), pero comunes alrededor de estrellas como el Sol. Las estrellas más masivas son más eficientes atrapando estos objetos errantes, lo que acelera la formación planetaria. “La formación de planetas iniciada por objetos interestelares debería ser más eficiente alrededor de estas estrellas, y eso coincide con lo que observamos”, subraya Pfalzner.
Su próximo paso será modelar qué proporción de estos cuerpos capturados logra transformarse en planetas y si se distribuyen de manera uniforme en el disco, o si se concentran en regiones específicas que actúan como 'viveros' de nuevos mundos.
eltiempo

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