Últimos días para verla en Max: la película que arrasó en los premios Oscar y que esconde una valiosa lección

Uno de los títulos europeos más aclamados de la última década dice adiós a los a Max. Otra ronda (Druk en su título original), dirigida por Thomas Vinterberg, fue sin duda una de las grandes triunfadora del cine danés en los últimos años, llevándose el Oscar a mejor película internacional y dejando huella.

Cuatro profesores deciden probar una teoría algo extravagante del psiquiatra noruego Finn Skårderud, según la cual el ser humano nace con un déficit de alcohol en la sangre del 0,05%. La película arrasó en los premios Oscar con esta premisa que, aunque parece absurda, es solo la puerta de entrada a una historia profundamente humana sobre la insatisfacción vital y el miedo a la rutina.

El 23 de mayo será el último día para verla en la plataforma Max. Quienes aún no se han enfrentado a esta brillante tragicomedia tienen solo unos días para descubrir por qué se convirtió en un fenómeno internacional. Y también para recibir la valiosa lección que deja entre líneas: la necesidad de reconectar con el deseo de vivir, incluso cuando parece haberse apagado del todo.

Martin, el protagonista, atraviesa una crisis tan silenciosa como devastadora. Sus alumnos lo consideran apático, su familia apenas lo percibe, y sus amigos están igual de perdidos. El experimento etílico se convierte, sin quererlo, en una vía de escape para todos ellos. Una vía hacia algo parecido a la felicidad, aunque sea con efectos secundarios imprevisibles.

Risa y emoción en la misma cinta

La película oscila entre lo festivo y lo desgarrador. Hay borracheras celebradas como epifanías y mañanas que pesan como piedras. El montaje avanza a trompicones, pero todo está calculado: es como si la historia se tambaleara con cada nueva borrachera de sus personajes.

El alcohol es aquí símbolo, desahogo y, ojo, trampa. Vinterberg no lo presenta como demonio ni salvador, sino como un espejo: refleja lo que falta por dentro. La fotografía incluso parece ponerse del lado de los vasos: cada plano detalla sus formas, su brillo, su atracción hipnótica: beber no es solo beber, es volver a sentirse vivo.

Otra ronda es, sobre todo, una película sobre el tiempo. El que se fue, el que no vuelve, el que aún queda. Vinterberg, con la ayuda de un espléndido Mads Mikkelsen, captura con honestidad la resaca emocional de la mediana edad. Y también la posibilidad de volver a empezar, por muy tarde que parezca.