Roberto Benigni, de 'La vida es bella', sobre Israel: "Si no sienten dolor, no son seres humanos"

El actor y director italiano Roberto Benigni ha mostrado su indignación ante la ofensiva israelí en Gaza y la muerte de miles de niños. El icono del cine europeo se pronunció con vehemencia durante el programa de televisión Propaganda Live en el canal italiano La 7, donde denunció la pasividad internacional y reclamó humanidad ante el sufrimiento.

En una de sus intervenciones en el programa durante el pasado julio, el ganador del Oscar a Mejor actor por La vida es bella (1997) habló con dureza sobre la situación en Palestina. "¿No sienten el grito de dolor que se levanta desde todas partes, no de Italia, sino del mundo? Somos todos del mismo cuerpo. Si no sienten el dolor, no son hombres, no son seres humanos", expresó, aludiendo al sufrimiento de los más vulnerables.

Su mensaje, ampliamente compartido en redes sociales, ha despertado un profundo debate sobre la responsabilidad de los líderes mundiales y el papel de Europa ante el genocidio en Gaza. Benigni, cuya obra más célebre narró la ternura entre un padre y su hijo en plena barbarie nazi, denunció la aparente normalización de las muertes infantiles en la Franja de Gaza.

"¿Por qué siguen matando a los niños? No son hombres. ¿Pero qué locura es esta? Deben detenerse. Es una cobardía. Es insoportable para el alma humana", declaró, visiblemente afectado. Según cifras de Reuters del pasado 29 de julio, más de 60.000 personas han fallecido desde el comienzo dela ofensiva israelí, con casi un tercio de los muertos siendo menores de 18 años. Para el cineasta, resulta incomprensible que ante estas cifras no se haya producido una reacción colectiva inmediata.

Durante su intervención, el director italiano también cuestionó la solidez del proyecto europeo. "No existe una verdadera Unión Europea. Si los países realmente estuvieran unidos, tal vez estas guerras se habrían podido prevenir", señaló. Con un discurso comprometido y profundamente humano, Benigni ha defendido que el dolor no entiende de fronteras ni ideologías, y que quedarse en silencio ante la injusticia es, también, una forma de cobardía.