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Ricardo Yáñez regresa al origen con Fingidor

Ricardo Yáñez regresa al origen con Fingidor

Ricardo Yáñez regresa al origen con Fingidor

▲ El colaborador de La Jornada Ricardo Yáñez actúa como dos personajes en su más reciente poemario, uno que pregunta y otro que responde.Foto cortesía del autor

Reyes Martínez Torrijos

Periódico La JornadaMiércoles 30 de abril de 2025, p. 4

El poeta Ricardo Yáñez empezó a escribir a los 13 o 14 años para escapar de sí mismo. No me daba cuenta, hasta que la poesía te devuelve a tu realidad. Fingidor, su más reciente poemario, escrito en décimas, es mi regreso al origen, dijo el autor a La Jornada.

El escritor refirió que en la película Cabeza de Vaca hay un hombre que escapa, da muchos rodeos y regresa al mismo sitio. “Esto es por un brujo que tiene una lagartija amarrada y lo que hace el animal es lo que hace el fugado. Así yo: me fugaba en la poesía hasta que la poesía te regresa.

“Es horroroso porque la poesía te dice: ‘vete, no te preocupes, aquí te cuido la casa, pero vas a regresar’. Eso no me gusta. Tienes que regresar. Es horrible.”

Yáñez (Guadalajara, 1948) contó que su texto, publicado por Taller editorial La Casa del Mago, está hecho en verso medido, rimado. “Me gusta mucho la tradición. Empecé casi niño a hacer poemas rimados y medidos. Es mi regreso al origen. Así empecé, así vuelvo.

“Es muy trabajoso porque las rimas se te acaban. No quieres repetirte y tienes que repetirte. Ese es un trabajo técnico más que fontal, de fondo, pero muy meticuloso. ‘Meticuloso’ es una palabra que Jorge Hernández Campos me dijo venía de miedo.”

El colaborador de este diario puntualizó: “el trabajo de la rima es meticuloso, o sea, se hace con cierto miedo, como de ‘aquí ya me voy a ver como viejito, como chafa’. Es igual que una melodía o una sonata, si está en do, está en do. Así es que ahí le sigues. De aquí no te me mueves”.

Añadió que se pregunta qué hace en realidad en su vida y la mejor manera de responderse es en la escritura. Escribo porque no sé hablar y no sé hablar porque no sé pensar. Lo que sé es que si se me aclara algo, es en la escritura. Es un poquito oscura. Por eso también es obsesiva. Este libro no se me aclaraba nada y avanzaba y avanzaba. Adrede en los títulos dejo ver que es repetitivo, porque tiene colofón, cosas como despedidas.

Sobre el título de este volumen, que incluye ilustraciones suyas, Ricardo Yáñez relató que tiene inclinación por lo escénico y “el fingidor soy yo mismo pero en el escenario. Me puse a actuar como dos personajes: uno que pregunta y otro que responde, hasta mal, como diciendo: ‘ya deja de preguntarme cosas’.

Es un diálogo y un pleito. Eso también se me hizo simpático, porque el libro se me planteaba como terrible y en cierto modo le tengo miedo a eso. Me da por bromear, jugar, eludir y entonces el texto se me presentó como una cosa muy subterránea y trataba de que no fuera subterráneo. Pero no se me logró. En cierto modo lo terminé por miedo, por cansancio.

El poeta dijo que no podía sostener el tono terrible y trató de equilibrar el texto. “Lo veo como un solo poema; en todo caso, una suite, es decir, un poema y otros poemas, pero todos se relacionan. Este poemario me costó mucho trabajo. Primero dije: ‘qué fácil es hacer poesía’, en una semana ya tengo un libro. Y luego: ‘No, estás perdido’.

“El primer poema casi está como lo escribí. Fue el que me impulsó a seguirle. Los demás no los hice con un impulso tan claro. Fueron más procesados, porque le daba y no resultaba hasta que abandoné el libro. Como dice Valéry: ‘los poemas no se terminan, se abandonan’.”

El autor concluyó: “en el barrio decía para los pleitos: ‘persíguelo hasta que se eche’. Es lo que yo traté de hacer, perseguir el poema, el primero, hasta que se echó. En realidad, el que se echó fui yo”. Le llevó cinco años terminarlo.

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