Los Chemical Brothers según ellos mismos: así nació el grupo, entre fiestas y despendole
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Ed Simons: Llegamos a Mánchester coincidiendo con los últimos meses de la noche Nude en The Haçienda, cuando Mike Pickering pinchaba. Era una noche simpática y llena de color. Ya en la pista de baile a nadie le importaba si eras estudiante o no. Fue una bienvenida a la ciudad tremenda. Los dos lo experimentamos juntos. Fue una parte importantísima del Adn de The Chemical Brothers. En paralelo a mi interés por la música electrónica, New Order fue para mí una banda inmensa. No creo que conscientemente hubiera pensado en New Order, The Smiths o el Manchester United (a quienes he apoyado desde niño) cuando me decanté por ir a la universidad en Mánchester. Creo que fue más el hecho de mudarme de una ciudad a otra; me sentía emocionado al caminar por la calle desde la estación de tren de Manchester Piccadilly hacia el centro. No me interesaba no estar en una ciudad.
Bernard Sumner: Habíamos estado en una gira muy extensa por Estados Unidos y luego fuimos a Ibiza a grabar Technique. Estaba agotado a causa de tanta fiesta, especialmente en Estados Unidos. Éramos unos adolescentes que iban a clase, totalmente reprimidos, como la mayoría de ellos. Nos decían que éramos una mierda y que lo único que valía la pena en la vida eran las matemáticas y el inglés. Búscate un trabajo de contable, hazte dibujante técnico, ¿eres bueno en carpintería? Nos decían qué hacer. Deja de divertirte. Únete al sistema, podrás jubilarte a los sesenta y cinco años. No éramos muy buenos estudiantes, bueno, Stephen sí, e Ian también, pero cuando nos vimos en una banda con éxito, fuimos como perros sin correa. Nos volvimos locos en las giras, en un frenesí de hormonas y curiosidad investigadora y exploratoria. Simplemente nos volvimos locos de fiesta, como les pasa a muchas bandas jóvenes. Nos dieron rienda suelta y todo se volvió un poco demasiado. Estaba física y mentalmente agotado y necesitaba algo de tiempo —un par de años, año y medio— en Mánchester para calmarme y recuperarme.
Así que regresé justo en el momento en que todo el auge de la música acid house estaba por llegar. Fui de Guatemala a Guatepeor. La idea de pasar un buen rato relajado viendo Antiques Roadshow, recuperándome, puede que recibiendo alguna transfusión de sangre ocasional, quedó descartada. Habíamos pasado de Estados Unidos, que era una salvajada, a Ibiza, que era aún más salvaje, y a Mánchester—mucho más salvaje—. Algunas veces bajé a discotecas de Londres, obviamente fui a The Haçienda, y cuando las discotecas cerraban iba a muchísimas fiestas de afters. Mánchester era el centro de la fiesta. Había bandas que eran una locura como Happy Mondays, The Stone Roses, un Oasis en ciernes. Y ni me relajé ni me calmé, simplemente enloquecí todavía más en Mánchester.
John Burgess (editor, Jockey Slut, Disco Pogo): El primer viernes después de mudarme a Mánchester, mi mejor amigo de casa me invitó a ir a The Haçienda. No cabía duda de que yo quería ir un viernes, puesto que era una fiesta auténtica, no una fiesta para estudiantes. Hice cola con Tom y Ed y el grupito que habían hecho en Mánchester en su primera semana de universidad. Estar esperando a las puertas de The Haçienda era bastante intimidante. Los cristales de las ventanas estaban oscurecidos y se movían al ritmo del 4/4. Nunca antes había estado en una discoteca así y no sabía cómo bailar. Tom me dijo que simplemente me balanceara de un lado a otro con los pies. Así que mi primer viernes en Mánchester Tom me estuvo enseñando a bailar en The Haçienda.
James Holroyd: Conocí a Tom y Ed en 1989 cuando éramos estudiantes. Nos mudamos más por la escena musical que por lo académico. Nos veíamos los martes por la noche en la recién inaugurada Manchester Academy. Dave Booth era el dj. Era un as y pinchaba para indies y raveros. Aún no tenía mucha confianza con Tom y Ed, intercambiábamos saludos y sonrisas. Nuestros cortes de pelo nos ubicaron a todos en el rincón de la rave.
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Por aquel entonces, la ciudad tenía una oferta enorme de cosas increíbles. Conciertos, discotecas y fiestas en casas las 24/7. La música que nos había animado a que nos mudáramos estaba de repente muy cerca. Cualquier noche en The Haçienda podía implicar bailar con tus héroes: miembros de New Order, los Mondays, 808 State, A Certain Ratio.
La comunidad estaba muy unida, y aún lo está. Estos héroes de repente se convirtieron en personas normales, igual que el resto de los que bailaban en la pista. Personas normales que hacían cosas extraordinarias.
Ed Simons: Una época en la que vivía en casa pasé de comprar juegos para la zx Spectrum a tirarme todos los sábados en tiendas de discos. Solía comprarme dos discos de 12 pulgadas en el gran hmv de Oxford Street. Me llevaba todo el día, tomaba el autobús hasta el centro de Londres y me daba mi tiempo para elegir bien. Iba a la universidad cargando con esos discos y mi pequeño equipo de música y acabé consiguiendo un trabajo fijo como dj en el Owens Park bop. Era una fiesta para estudiantes, no una discoteca. Yo era un dj terrible. Había un micrófono, y siempre les gritaba a mis amigos: "¡Ya os veo dándolo todo!". Fue una actuación como MC de lo más bochornosa. Me acabaron despidiendo. Estábamos pinchando house italiano y clásicos como Pump Up the Volume, pero otro chico pidió hacerse cargo. Su primer disco fue Dancing on the Ceiling de Lionel Richie. Todo el bop enloqueció. Enseguida me di cuenta de que había estado yendo por el camino equivocado.
John Burgess: Ed nos convenció a todos para que fuéramos al bop el fin de semana siguiente de que lo despidieran para que miráramos mal al dj sustituto.
Nick Dutfield: Todos estábamos estudiando Historia, por lo que nos conocimos bastante pronto cuando nos mudamos a la ciudad. La gente que llegó a Mánchester en 1989 había solicitado entrar en la universidad justo antes de que toda la movida despegara. No era gente que hubiera ido allí porque fuese la "ciudad del baggy". Eso aún no había sucedido. Tom estaba metido a muerte con el hip-hop. Recuerdo ir el primer año a su habitación de la residencia universitaria y ver que todas las portadas de sus discos eran de hombres con ropa deportiva llamativa, mientras que las mías eran de tipos indie melancólicos con gabardina. Al principio me sentaba en clase detrás de Ed y recuerdo que llevaba una camiseta de Billabong que debía ser un recuerdo de su año en Australia. Nunca antes había visto esa ropa en Gran Bretaña. Quizás fuera su soldado de asalto cultural.
Tom Rowlands: La gente solía llamarnos a Ed, a Nick y a mí los "tres ratones ciegos". Siempre merodeando por ahí con la cabeza en las nubes.
Ed Simons: Tom era callado, pero le encantaba salir. Era alguien que quería exprimir la vida al máximo. Salíamos todas las noches de la semana, ya fuera a un concierto, a una disco o a algún evento en la universidad. Volvíamos sobre las dos de la mañana. A las 7:30 a. m., lo escuchaba levantarse e irse a la biblioteca. Podía salir a tope y luego dedicarle horas al estudio. Yo hubiera preferido que remoloneara un poco más en la cama; me habría hecho sentir menos culpable por hacerlo yo.
Emma Warren: Tom y Ed estaban en el centro de su propio universo. Los conocí por uno de sus amigos. Cuando pasas a formar parte de algo que ya existe, lleva un poco de tiempo entender cuál es la dinámica. Pero veía que Tom y Ed siempre estaban en la pista de baile. Eran famosos en la escena de Mánchester. Reconocí algo en ellos que era similar a mis experiencias. Habían estado en discotecas de Londres, como yo. No iban a los mismos sitios, pero eran londinenses que vivían una versión un poquito más «londinense» de la vida nocturna de Mánchester. En aquel momento estaban pasando muchas cosas en Mánchester y la ciudad era muchas cosas diferentes a la vez. Había raves hardcore donde todo el mundo consumía muchísimas drogas estimulantes, y luego había eventos en los que la gente de Cheshire se ponía elegante para ir a The Haçienda. Yo veía a Tom y Ed en cosas específicas como Most Excellent y algunas noches en The Haçienda.
Ed Simons: Además de ir a discos, Tom y yo empezamos a comprar vinilos juntos. Teníamos que esforzarnos mucho en Eastern Bloc [una tienda de discos], o simplemente estar dispuestos a comprar cualquier locura de disco que nos pusieran enfrente.
Tom Rowlands: Como estudiantes que éramos, teníamos nuestras limitaciones en cuanto a los discos que podíamos conseguir. Uno de los lugares donde conseguíamos cosas era Eastern Bloc. Justin Robertson fue una pieza clave para que pudiéramos entrar. Debió haber visto a sus almas gemelas en dos estudiantes del sur de Inglaterra. Su amabilidad fue importantísima para que pudiéramos ganar confianza en nosotros mismos y empezar una colección de discos que muy pronto nos definiría. Justin era nuestro faro. Había crecido en un pueblo cercano al mío, había estudiado en la ciudad y se había integrado por completo en la escena de las discotecas. Muchas ciudades establecen una división entre los lugareños y los estudiantes, y ambos grupos no llegan a mezclarse nunca. En ese momento no sentimos ninguna diferencia. Entrábamos en la tienda después de haber ido a sus fiestas en la discoteca, pensando que quizás nos había visto por allí y nos vendería buenos discos.
Eastern Bloc era una tienda intimidante. Ya estábamos acostumbrados a tiendas de Londres con la misma atmósfera. Si no tenías una idea clara de lo que buscabas al entrar, te trataban con poca amabilidad. Había una hilera de jóvenes en el mostrador con sus walkmans y cintas grabadas en la discoteca Shelley en Stoke que decían: "Colega, ¿cuál es esa puta canción que tiene un pedazo de saxofón?". Y la respuesta siempre era algo así como: "Vete a la mierda, no traigas eso aquí". Nosotros esperábamos pacientemente mientras ocurría todo aquello.
Justin Robertson: Tom y Ed solían pasar el rato en Eastern Bloc, donde yo trabajaba a principios de los noventa. Había sido estudiante unos años antes, así que simpaticé con ellos. Enseguida pasaron a ser una parte fundamental de la disco que llevaba, el Most Excellent, y después solíamos ir juntos a las casas de alguna gente, donde escuchábamos discos, hablábamos de música y hacíamos todas esas cosas que suceden a ciertas horas de la madrugada. Debíamos de ser muy íntimos, ya que Ed me llamaba a casa por teléfono para hablar de todo un poco. Solían dejarme notas al lado del teléfono que decían: "Ed te ha llamado".
Ed Simons: Richard Moonboots era otra gran inspiración tras el mostrador de Eastern Bloc. Parece raro pensar que ahora toda la historia de la música grabada esté disponible para que cualquiera la reproduzca, así como cada canción nueva. En aquella época no teníamos paredes y paredes de vinilos, teníamos lo que teníamos e improvisábamos con algunos de los discos antiguos que compramos de adolescentes y los discos nuevos que comprábamos o nos regalaba Moonboots en Eastern Bloc. Él fue importante a la hora de dar forma a lo que pinchábamos. Había un umbral de calidad en los discos que nos proporcionaba. Más adelante, algunas de esas canciones pudieron ser reeditadas o la gente encontró la manera de conseguirlas después de escucharlas en nuestras sesiones, pero hubo una época en la que solo nosotros las teníamos.
Tom Rowlands: El precio de los discos era muy alto. Recuerdo haber conseguido un disco a través de Moonboots y venía con la funda original que contenía los detalles del pedido: toda la información que necesitabas para la reposición del disco. Me lo dio y dijo: "Ahora nadie más podrá conseguirlo". Te daba discos en los que ya había pegado etiquetas sobre los sellos para que no pudieras ver quién era el artista. Había una generosidad de espíritu genuina por aquel entonces y a nosotros nos emocionaba ir allí y que ese mundo se nos abriera de par en par. Esa tienda era sin lugar a dudas el corazón de la música dance del norte. Podría decirse que de todo el país.
El sello F.R.O. (Fuck Right Off) de Eastern Bloc lanzó la versión de Ariel de Sea of Beats cuando estábamos en el segundo año de universidad, entonces las cosas alcanzaron otro nivel. John, Mike y Andy E., que llevaban la tienda, eran personajes importantes de la ciudad: podías verlos en The Haçienda, eran amigos de Justin. Que esa gente te aceptara era emocionante.
James Holroyd: Todo el mundo organizaba juergas en casas y montaba fiestas con dj. A veces esas fiestas eran solo un grupo de amigos; algunas de ellas pasaron a ser algo más. El 237 de Dickenson Road les evocará recuerdos de entonces a algunos.
Nick Dutfield: Todos nos mudamos el segundo año a una casa compartida en el 237 de Dickenson Road. El 237 no era una casa para fiestones. Cuando Justin hizo un remix de una canción de Ariel, lo llamó «237 Turbo Nutters». Así es como se refería a nosotros. Pero siempre sentí que no estábamos realmente a la altura de la locura que ese título implicaba. Había una chica llamada Pauline, que era una de las ocho personas que vivían en Dickenson Road. Formaba parte del equipo Freedom to Party, que solía ir a Angels, en Burnley. Nosotros éramos de Balearic, así que nos mostrábamos un poco altivos con ellos. Una noche fuimos a ver a Justin pinchar en Konspiracy y cuando volvimos a casa vimos que Pauline había organizado una fiesta en el sótano que duró horas y horas. Tom, Ed y yo éramos meros espectadores de cómo nuestra casa estaba siendo invadida por raveros puestos hasta las cejas. Todo el lugar temblaba. Acabamos escondiéndonos en la habitación de Tom. Seguramente a causa de esa fiesta, Bernard terminó llamando a la puerta.
Ed Simons: Estábamos en casa viendo Blind Date un sábado por la noche cuando sonó el timbre. Era Bernard Sumner, pensando que había una fiesta. Creo que se había pasado el día bebiendo porque se le veía bastante borracho. Preguntó: "¿Ya ha empezado la fiesta?". Nick entró nervioso diciendo: "Bernard de New Order está en la puerta". Todos intentamos echarle un vistazo. Cuando le dijimos que no había fiesta, gritó: "¡A la mierda, pueblerinos!". Se alejó tambaleándose, furioso, e intentamos seguirlo por la calle.
Bernard Sumner: The Haçienda solía cerrar a las dos de la mañana. Teníamos a James Anderton como jefe de policía, el mismísimo policía de Dios. Quería que todo cerrara a las diez de la noche para que los agentes pudieran irse a casa, pero todo seguía abierto hasta las dos de la mañana. En ese momento casi solo yo iba a la disco, solía andar con los Mondays. Por allí nunca veías a otros miembros de New Order, al menos cuando llegó el acid house.
Una noche salí con algunos amigos que eran un poco granujas y algunos de los Happy Mondays. Estábamos intentando dar con alguna fiesta, como hacíamos cada vez que salíamos. A veces íbamos a Gooch Close, que era un sitio de dudosa reputación, pero al final de la noche siempre conseguía una bolsa con alcohol y preguntaba dónde estaba la fiesta. Alguien solía tener un trozo de papel con la dirección de algún lugar en Didsbury o por ahí.
Con la bolsa con alcohol, mis amigos los granujas, un par de Mondays o sus colegas, fuimos a la dirección y llamamos a la puerta. La puerta se abrió lentamente unos 15 centímetros y un ojo nos observó desde el interior. Cuando la persona me vio, la puerta se abrió un poco más y vi a un tipo con el pelo largo, sería Tom, que nos miró a mis amigos y a mí. Pensé que era una mirada de asco, pero en realidad debió de ser una mirada de reconocimiento. Pensé: "¿Por qué me está mirando así?". Le dije: "¿Aquí es donde es la fiesta? ¡Se oye música!", y él respondió: "Aquí no hay ninguna fiesta". Decidí que no le gustaba nuestro aspecto por cómo nos estaba mirando. Estaba bastante desorientado, creo que le dije: "Pues vete a la mierda, pueblerino cabrón". No supe hasta años después que eran Tom y Ed, porque Ed apareció detrás de él. Solo pensé que eran estudiantes altivos y que no les gustábamos. Creo que éramos unos dieciocho.
De repente, Ed asomó la cabeza por encima del hombro de Tom y añadió: "Aquí, así vestido no vas a entrar". Y Tom dijo: "Con zapatillas no". Deberían habernos dejado entrar, se habrían divertido mucho y habrían hecho nuevos contactos en la zona de Mánchester. Podría haberlos presentado al inframundo criminal de la ciudad.
Nick Dutfield: Como historiador, puedo entender que diferentes testigos construyan relatos diferentes. Recuerdo cuando Bernard llegó, fui yo quien abrió la puerta. Mientras se iba, le dije: "Toma esto, es mi botella de amilo de la suerte". Él respondió: "¿No tendrás algo de dinero?". Fue el mejor momento de mi vida.
Tom Rowlands: Al tercer año, nos habían abierto las puertas del reino, en el sentido de que podíamos bajar al sótano de Eastern Bloc, que era donde los discos llegaban primero. Aparte de los que trabajaban tras el mostrador, solíamos ser los primeros en escuchar los discos nuevos.
Allí tenían una mentalidad maravillosa, al estilo de Robin Hood. Te daban una pila de discos, les dabas veinte libras, te devolvían un billete de diez y te ibas con discos por el valor de cincuenta libras. Para la tienda no debía de ser un buen negocio, pero definitivamente a nosotros nos ayudó mucho cuando empezamos a tocar y teníamos tan poco dinero. Estábamos en el círculo mágico, por así decirlo. No llevábamos mucho tiempo allí; no éramos más que un par de pueblerinos parados frente al mostrador, como diría Bernard Sumner.
Nick Dutfield: Hablaba con Ed de música y le intrigaba muchísimo cómo podía afectarle a la gente. Solía recordar cuando estuvo en una fiesta familiar donde había un dj, y se maravillaba con el poder que esa persona ejercía sobre la multitud, con su poder supremo para influir sobre el estado de ánimo de las personas. Siempre tuvo la convicción de que no tenía tanto que ver con las últimas canciones y los mixes más de moda, sino con cómo hacías sentir a la gente en ese momento.
Justin Robertson: Ariel eran el zeitgeist a principios de los noventa, ya que combinaban música de guitarra con electrónica. Most Excellent tenían un enfoque de la música baleárico y ecléctico, y encajaban a la perfección, se convirtieron en una especie de banda residente para la discoteca, que tocaba en nuestras celebraciones y fiestas. Hice un remix de «Sea of Beats» antes de coproducir un par de canciones con ellos y de que firmaran con Deconstruction.
Cuando entré en el estudio con Tom, enseguida quedó claro que no solo sabía cómo manejarse, sino que controlaba mucho más que yo sobre cómo funcionaba todo. Cuando trabajamos juntos, eliminamos mucho de las grabaciones de Ariel. Para mí era obvio que los pitidos, los zumbidos y los extraños ruidos psicodélicos eran el centro de las canciones, las partes que terminarían siendo pasadas por alto o enterradas si estas se produjeran en un estudio convencional.
John Burgess: Algunos tenían camisetas con el logo de Ariel, que eran muy difíciles de conseguir. Las revistas The Face e i-D escribieron sobre ellas, definiéndolas como las camisetas más cool de Mánchester.
Emma Warren: Podías ver a Tom en la pista de baile y pinchando en discotecas con Ariel. En nuestro pequeño universo, Tom era el que había hecho un disco. Eso era algo que no se podía decir de todo el mundo. Los discos eran cosas que hacían otros, no la gente con la que estabas en la pista de baile.
John Burgess: Tom, Ed y su grupo eran las caras conocidas de Most Excellent. Era una escena pequeña y ellos estaban en el centro de todo. Recuerdo ir a comprar panderetas y maracas con Ross Mackenzie, el promotor de la fiesta. Él se las entregaba al grupo de Tom y Ed que, en medio de la pista con toda esa percusión, garantizaba que la fiesta fuera lo más. El aforo máximo de The Brickhouse era de ciento cincuenta personas. Si tienes a cinco o seis personas como locas en medio de la pista y Tom mide unos dos metros, van a llamar la atención.
Tom Rowlands: Solíamos ir a las fiestas de Justin, y Nick siempre andaba en el centro de la pista de baile, prendiéndose fuego a sí mismo con nitrito de amilo. Había fuego en medio de la pista. Una noche de lo más normal.
Nick Dutfield: Era muy emocionante conocer a alguien que estaba haciendo algo en una banda de verdad, que estaba sacando discos. Yo había ido a la universidad con una guitarra acústica y tenía pretensiones de ser algo. Ver a alguien con un disco era genuinamente emocionante. Cuando ibas al Dry Bar con Tom, estaba toda esa gente que le saludaba con la cabeza. Y creo que era porque sabían que estaba en un grupo y circulaba la idea tácita de que algún día podrían acabar compartiendo banda, como The Fall.
Vanessa Rowlands (de soltera Rand, Deconstruction Records): Al principio de los noventa llevaba la promoción de discotecas en Deconstruction. Entonces era una oficina pequeña. Recuerdo a Mike Pickering trayendo Sea of Beats de Ariel. Los fichamos para un sencillo basándonos en eso. Conectamos enseguida. Iba a Mánchester continuamente por trabajo, así que pasábamos mucho tiempo juntos y, poco después, Tom y yo empezamos a salir.
James Holroyd: El panorama musical era tan bueno que no podías evitar estar junto al mostrador del Eastern Bloc empujándote con el resto para hacerte con el montón de importaciones diarias e intentar quedarte con las cosas que habías escuchado la noche anterior.
"La primera vez que tocamos fue en la boda de una pareja con la que solíamos salir de fiesta"
Justin Robertson: Desde la primera vez que estuve con Tom y Ed, era evidente que harían equipo y acabarían haciendo su propia música juntos. The Dust Brothers era la combinación perfecta de la magia y la visión sonora de Tom y la apreciación y el conocimiento musical de Ed, su riguroso buen gusto. Su música combinaba ambas dinámicas, al mismo tiempo que absorbía los sonidos que los rodeaban en las discotecas y en los discos que compraban, para hacerlos propios. Siempre estaban interesados en la música que combinaba ritmos del hip-hop con sonidos del acid house. Llevaron eso tan lejos como pudieron cuando empezaron a hacer música por sí mismos.
Ed Simons: La primera vez que tocamos juntos fue en la boda de una pareja con la que solíamos salir de fiesta. Naked Under Leather llegó poco después.
Emma Warren: Era amiga de Phil South y Alex Kohler, que empezaron con Naked Under Leather. Eran unos enamorados de la música con unas colecciones de discos muy interesantes y partían desde un lugar muy distinto al de Tom y Ed. Tenían su propio gusto y un estilo único. Todos nos habíamos criado en las mismas pistas de baile, pero cada uno había encontrado sus propias influencias. Tom y Ed actuaban con toda naturalidad tras los platos en su primer Naked Under Leather.
Les quedaban bien. Daban la impresión de estar pasándoselo genial pinchando los mejores discos posibles para su universo, elevando los niveles de energía todo lo que se pudiera. Y los niveles de energía estaban altos. Fue una buena fiesta.
John Burgess: Naked Under Leather se celebraba en Old Steam Brewery. Era la noche de Phil y Alex, y Tom y Ed eran los residentes. El recinto siempre estaba un poco pegajoso y húmedo, como el sótano de un pub. Ese lugar solo tenía aforo para ochenta, tal vez cien personas. Fue allí donde perfeccionaron el arte de pinchar todas esas caras B instrumentales con ritmos y bajos potentes y sirenas por encima.
Ed Simons: Puede que organizáramos Naked Under Leather cinco veces al año. Simplemente, íbamos y poníamos los discos, y funcionaba. Reproducíamos el discurso de MC5 (la intro de «Ramblin’ Rose») y «Foodwinefood» de Ariel era un tema muy celebrado. Era muy salvaje y daba la sensación de ser democrático. Muchas tribus diferentes volviéndose locas. Andy Weatherall actuó allí una vez. A la hora se quitó la camisa, le encantó.
Vanessa Rowlands: La primera vez que escuché a Tom y Ed fue en Naked Under Leather. Mi recuerdo es un poco difuso, pero fue absolutamente brillante y arrancó como debía. Era como un evento familiar, una pandilla de unos veinte amigos que se juntaban para una fiesta. Fue superemocionante y todos nos fuimos después a su casa, que olía mal.
Cuando Tom y Ed pincharon en Año Nuevo de 1992, nuestro grupo de amigos se pasó todo el tiempo intentando hacerse placajes en la pista de baile. Nick me placó y acabé rompiéndome el tobillo. Aun así, pasé el resto de la noche bailando. No sé cómo logré conducir de vuelta a Londres al día siguiente, lloraba de la agonía.
John Burgess: Yo era el editor de la revista estudiantil de la Politécnica. Mi amigo Paul Benney y yo dedicábamos las horas posteriores a que las discotecas cerraran a estar en casa de alguien charlando y siempre hablábamos de hacer un fanzine. ¿Por qué no hacemos una camiseta, por qué no hacemos un fanzine...? De ahí surgió. Andy Weatherall solía referirse a ese período como muy creativo, porque las discotecas cerraban pronto y la gente no quería irse a dormir, así que muchas ideas surgían antes de que saliera el sol. Pudimos empezar Jockey Slut porque yo tenía acceso a todas las herramientas necesarias. Les hice la primera entrevista a Tom y Ed como The Dust Brothers en el segundo número, justo después del último Naked Under Leather, en el que Weatherall tocó. Enseguida se convirtieron en una especie de banda interna para nosotros.
"No había un gran plan cuando elegimos el nombre The Dust Brothers. Simplemente sonaba divertido. Nos encantaban los originales"
Tom Rowlands: No había un gran plan cuando elegimos el nombre «The Dust Brothers». Simplemente sonaba divertido y exótico. Nos encantaba lo que ellos (los Dust Brothers originales) hacían, nos fascinaban sus producciones. Supongo que es lo más en el arte del sampleo, apropiarte del nombre de otro artista: "Tomaremos el ritmo de batería y también tomaremos el nombre". Visto en retrospectiva, parece una locura. La idea de que alguien pudiera haber pensado que nuestra versión en un pub de Fallowfield en 1992 era la de los verdaderos Dust Brothers era bastante descabellada. No creo que nadie apareciera por el bar del centro de estudiantes Old Steam Brewery esperando escuchar a Mike Simpson y John King de Los Ángeles. Echando la vista atrás, fue una idea bastante ridícula.
Robert Linney: Me había pasado unos años trabajando detrás de un escritorio en Heavenly Recordings, presenciando cómo distintos pirados entraban y salían a lo largo del día. Jeff Barrett, que era maravilloso y dirigía el sello, y yo éramos los managers de Andrew Weatherall. Habíamos coqueteado con la idea de que el grupo de Andrew fichara con una discográfica importante y nos habíamos reunido con London Records y Deconstruction. Ambos eran sellos clave en la música electrónica británica de ese momento. Anduvimos a vueltas con esas compañías y conocimos a los que trabajaban allí. Una vez que estaba en Deconstruction, Vanessa, que trabajaba allí, me dijo: «¿Quieres conocer a mi novio?».
Nos vimos en el Ship Inn en Wardour Street, que era el local de Heavenly. Reconocí a Tom de las fiestas de Junior Boy’s Own. Ariel estaba llegando a su fin y se estaba empezando a hablar de The Dust Brothers. Él y Ed estaban interesados en tener un manager, así que decidimos intentarlo. Nunca se sabe cómo van a salir las cosas en la música, pero claramente había algo diferente y especial en lo que Tom y Ed estaban haciendo.
Poco después, Deconstruction mostró interés en fichar a The Dust Brothers. Al enterarse, varias discográficas importantes hicieron lo mismo de inmediato. La situación se volvió un poco loca. Pero no en términos financieros: aunque eran aceptables no se podían comparar con los de Gay Dad. Todavía eran un espectáculo de electrónica bastante alternativo. Virgin llevó «Leave Home» al top 20 de la lista de sencillos del Reino Unido y «Exit Planet Dust» llegó al top 10, pero creo que si en 1995 le hubieras dicho a la gente que la banda llegaría a vender quince millones de álbumes en los siguientes treinta años y que seis de ellos llegarían al número uno en Reino Unido, les habría volado la cabeza. Lo que Tom y Ed estaban haciendo era nuevo y el territorio, ignoto. En aquella época nadie sabía cuál sería la longevidad o el atractivo de la música electrónica.
"Estaba en casa con Radio 1 de la BBC y escuché en un concurso: "¿Quiénes son Ed Simons y Tom Rowlands?". Me di cuenta de que eran famosos"
Emma Warren: Recuerdo que estaba en casa con la Radio 1 de la BBC y escuché una pregunta en un concurso: "¿Quiénes son Ed Simons y Tom Rowlands?". Ese fue el momento en el que me di cuenta de que eran famosos. Cuando se cambiaron de nombre, nos pareció hilarante que les hubiera llegado una carta de los verdaderos Dust Brothers. Fue un drama. ¿Qué nombre se pondrían? La gente se encariña enseguida con los nombres, y The Dust Brothers era un nombre excelente. Pero pertenecía a otras personas y no podían seguir usándolo.
Robert Linney: Aquellos primeros años fueron bastante surrealistas. Una discográfica importante nos llevó en avión a Nueva York tres días, nos alojó en el hotel más moderno y nos llevó a cenar al restaurante de Robert De Niro. Después me despertaron en medio de la noche porque había llegado por fax una orden de cese y desistimiento de los Dust Brothers, que querían recuperar su nombre.
Nick Dutfield: Una de las cosas que nunca se tiene en cuenta, y es una razón por la cual The Dust Brothers o The Chemical Brothers son subestimados, es que, en 1992, si le hubieras preguntado a alguien de la industria qué necesitabas hacer para tener éxito, te habrían dicho que canciones y un cantante. The Dust Brothers ignoraron eso y siguieron su propio camino. Luego consiguieron tener álbumes y sencillos número uno sin seguir ninguno de esos consejos, algo que nadie había hecho antes ni hizo después. No me queda muy claro si la gente reconoce cuán revolucionario es eso. En cierto sentido, la decisión que Tom tomó de seguir una dirección diferente a la que había seguido con Ariel es todo un testimonio de su astucia. Tenía todo aquello y decidió apartarse y seguir una dirección totalmente diferente.
El Confidencial




