El toro no hay quien lo entienda

Texto informativo con interpretación

No resulta fácil entender el comportamiento de un toro. Hoy, por ejemplo, la corrida de Santiago Domecq ha sido un exponente claro de esta dificultad. El primero salió raudo de chiqueros, a galope tendido, acudió alegre al caballo en dos ocasiones y empujó con bravura, demostró motor y una extraordinaria codicia en banderillas, pero llegó a la muleta sin resuello, y la gran expectación creada se tornó en profunda decepción. Y el segundo, al revés. Manseó en el caballo, se aculó en tablas en el segundo tercio y esperó sin prisas a los banderilleros, pero, amigo, cuando atisbó la muleta de Perera la persiguió sin descanso, con fijeza, acometividad y prontitud. Tanto es así que el palco, omnubilado con tan vivo comportamiento, le concedió una vuelta al ruedo que el toro no mereció.
Por cierto, a ese toro le hizo Miguel Ángel Perera lo que se llama un faenón. Por alto, primero, con las zapatillas atornilladas al albero, en una secuencia de seis muletazos y uno de más de pecho preñados de emoción. A la acometividad, fijeza y prontitud del toro Perera respondió con un toreo desbordante de dominio, firmeza y hondura, de modo que las tres primeras tandas con la mano derecha brotaron deslumbrantes; a continuación, otra por naturales largos y hermosos, ligados a la perfección. Pero no quiso terminar ahí, y siguió con otra tanda con la derecha, y circulares con los que la faena entró en otra dimensión de menor categoría. Seguidamente, se hizo un lío con la espada, llegaron a sonar dos avisos y todo se volvió a negro.
Escribano, por su parte, esperó a su primero de rodillas más cerca de la boca de riego que de la segunda raya. El toro apareció como una exhalación, y persiguió y puso en serio apuro a su lidiador. Acudió alegre y con brío al caballo de Juan Francisco Peña, y galopó en un brillante tercio de banderillas del matador. Brindó Escribano a la concurrencia con la expectación por las nubes. Se esperaba faena grande, pero el animal acusó el esfuerzo, y ya no fue el mismo. La faena había comenzado con dos ceñidos pases cambiados por la espalda, y todo hacía pensar lo que, después, no se hizo realidad. El torero lo intentó, los muletazos surgieron largos y templados, pero faltos de emoción. Y se esfumó la alegría.
A partir del fallo a espadas de Perera, la corrida bajó de tono. Ni Borja Jiménez en el tercero, ni sus compañeros en sus segundos toros alcanzaron la gloria con toros de noble comportamiento y ausencia de casta. La faena de Escribano al cuarto encerró destellos de estética, pero sin vibración; transmisión le faltó al tercero, primero de Borja, con un punto de sosería en su embestida, y Perera volvió a demostrar oficio y buenas maneras ante parado quinto.
Pero se anunció la salida del sexto. Borja se fue a recibirlo de rodillas en los medios con una larga cambiada y apasionadas verónicas y chicuelinas. Otra vez, la ilusión. El toro enganchó al caballo por el pecho, y Plácido Sandoval tuvo de hacer acopio de experiencia para no morder el polvo. Solo puso señalar dos puyazos, pero fue largamente aplaudido.
De rodillas, de nuevo, se colocó el matador muleta en mano. Y a los muletazos por bajo y a las dos tandas con la mano derecha siguientes les sobró arrojo y deseos de triunfo, y les faltó serenidad. Bien colocado en todo momento, con la suerte cargada, Jiménez no pudo redondear faena de triunfo a pesar de su demostrado interés.
Toros de Santiago Domecq, correctos de presentación y juego variado; bravo y desfondado el primero; manso y encastado el segundo, al que se le dio la vuelta al ruedo; desigual en varas, noble y sin transmisión el tercero; mansurrón, blando y apocado el cuarto; descastado el quinto, y bravucón y encastado el sexto.
Manuel Escribano: pinchazo y estocada trasera (silencio); pinchazo y estocada caída (silencio).
Miguel Ángel Perera: estocada -aviso- dos descabellos -segundo aviso- y tres descabellos (ovación); estocada trasera (silencio).
Borja Jiménez: pinchazo, media tendida -aviso- y dos descabellos (silencio); pinchazo y estocada (ovación).
Plaza de La Maestranza. 6 de mayo. Undécima corrida de abono de la Feria de Abril. Casi lleno.

Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.
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