Amores de verano: Pan y Springsteen

Un sueño pasa a ser una mentira cuando no se cumple? ¿Necesitamos de las ilusiones, de las apariencias, de las construcciones de nuestros sentimientos y nuestra psique para conseguir realizar lo que anhelamos? Difíciles cuestiones que exceden el ámbito de este Consultorio veraniego, pero que, al menos nos sirve para recordarlas y tenerlas en cuenta. De eso habla The River , la canción que dio nombre al doble álbum que Bruce Springsteen nos entregó en 1980. La canción, lejanamente inspirada en hechos que sucedieron a su hermana y su marido, ejemplariza la mirada de clase trabajadora, que antes de ser multimillonario, podía exhibir su creador.
Una pareja, casi unos críos, que se enamora, pero a los que la realidad (un embarazo no deseado, el mismo trabajo que hizo su padre, el cierre de la fábrica) hace que los sueños, ese arcádico instante de libertad y amor sincero, no quiera ser recordado para evitar que duela. O que se haga como que no importa. Y es que como dejó escrito Oscar Wilde cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana.
‘The river’ ejemplariza la mirada de clase trabajadora, que antes de ser multimillonario, podía exhibir su creadorPor lo que nos explica CMx, pudo ser The River como pudo ser otra canción. La tenemos a ella, teletrabajando desde un piso compartido con dos hombres. Uno de ellos, Marc, que trabaja de panadero por las noches para pagarse los estudios. El otro, Grego “se dedicaba a meditar implicado en las directrices de una comunidad de yoga”. La realidad a veces -muchísimas, de hecho- es una pésima guionista, porque el reparto de papeles en esta comedia -o tragedia- de habitaciones, puertas y deseos confesados o no, está muy desequilibrado, al menos tal y cómo lo plantea CMx.
Examinemos la situación. Por un lado, tenemos a Marc, el soldado y en el otro, a Grego, el poeta. El soldado es el que cumple, el trabajador, el sensato. Labora para estudiar, es decir, realismo absoluto, estabilidad, futuro. Y para más inri, se gana la vida con las manos, amasando y horneando pan, actividad telúrica y ancestral, pero al mismo tiempo, necesaria, actual, alejada de todo cinismo. Las manos de nuestro soldado trabajan el pan que, según la tradición judeocristiana, el padre, el jefe de la tribu, desmenuza con las manos y reparte entre todos.
Y el poeta. El que vive fuera de la realidad, el que hace soñar y fantasear, el que indica que los convencionalismos y lo cotidiano son muros que has de franquear cuando no derribar. Si lo que nos narra CMx fuera un relato y no una anécdota vivida, podríamos alegar que alguien que se pasa el día meditando y en una comunidad de yoga es poco adversario para un tipo que trabaja sin descanso haciendo pan para alimentar a su comunidad y pagarse los estudios. Pero así fue.
Podríamos haber ido por el sexo tántrico y las desinhibiciones, pero el soldado no dio tanto tiempo al poeta para la seducción de CMx. Contamos que ésta desconocía que el soldado y el poeta albergaban ilusiones al respecto de conseguir su atención y su amor, y, aunque no lo confiese en su correo, podemos aventurarnos a que ella tampoco tenía definidas sus preferencias.
Sea lo que fuera, llegamos al momentum. Un día, Marc llega más temprano de lo habitual, portando croissants recién horneados para desayunar con ella. Lo hacen, ríen, tontean y acaban cerrando la puerta de la habitación de ella, poniendo The River como banda sonora y dedicándose al solaz de cuerpos y deseos amorosos. Grego, el poeta, el yogui, también estaba en el piso, quizá como Kung-fu Panda ensayando la postura de la grulla. En días posteriores, nadie comentó nada. Todo pareció ser lo de siempre, si no fuera porque Grego, mostró su desagrado y una furiosa repulsa hasta entonces no explicitada por The River , dolido y resentido porque el triángulo se había decantado por el soldado, el sensato y trabajador sí, pero que también podía exhibir poesía de lo cotidiano, esos croissants recién horneados.
Dice el dicho que el diablo está en los detalles. Doctor Love está de acuerdo con elloDice el dicho que el diablo está en los detalles. Doctor Love está de acuerdo con ello. Lo que te desarma es una falla en lo que consideras la seguridad de conocer al otro. En este caso, unos croissants, que indicaban sensibilidad y capacidad para pensar en cómo gustar al otro, acertar en sus deseos. Es cierto que unos croissants recién horneados por la mañana son el Chernobil de las indiferencias amorosas.
El soldado jugó bien sus cartas. Y luego, el Springsteen más heterosexual, paleto y sin ninguna ambigüedad hizo el resto. Ante esas armas, poco pudo hacer el poeta que también pretendía a CMx pero que no supo hornear sus croissants a tiempo.
Amores de verano, al completoDisfruta aquí de los capítulos anteriores de la serie de verano de Carlos Zanón
Amor con piscina Carlos Zanón


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