‘Nos da miedo no cambiar’: Morat

Era 2014 y Morat no era lo que es hoy. Era un grupo de amigos de infancia –que hoy lo siguen siendo– haciendo música, buscando su propio sonido, tocando en fiestas y bares, mientras estudiaban en la universidad.
En esas veces en las que se reunían a tocar durante ese año, Juan Pablo Villamil encontró el instrumento que les daría el sonido diferencial que buscaban. Con el banjo como protagonista, terminaron Mi nuevo vicio, la canción que estaban escribiendo y que llegó a oídos de Paulina Rubio. Y eso lo cambió todo.
La grabaron juntos, la lanzaron y se convirtió en un hit mundial, que fue el trampolín para que Morat se convirtiera en lo que es hoy: la banda de pop rock colombiana con más proyección internacional.
A más de una década de su formación, Morat, que es Villamil, Juan Pablo Isaza, Simón y Martín Vargas, sigue sorprendiendo no solo con su música, sino con la honestidad con la que abordan el éxito, el crecimiento personal y la amistad.
Recientemente lanzó Ya es mañana, su nuevo trabajo discográfico, con el que sus integrantes nos abren las puertas a un momento de transición lleno de preguntas, decisiones y nuevos comienzos. En entrevista con EL TIEMPO, sus integrantes reflexionan sobre lo vivido, lo que vendrá y la importancia de seguir haciendo música desde la autenticidad.
¿Qué les sigue sorprendiendo de esta carrera después de tantos años?
Juan Pablo Isaza (J. P. I.): uno a veces tiene la idea, que puede ser un poco tóxica, de que ya nos pasaron las cosas buenas que nos tenían que pasar, como la gira de estadios del año pasado. La cabeza siempre quiere más y al tiempo que está ese miedo aparece la pregunta: ¿será que todavía nos pueden seguir pasando cosas buenas? Y entonces sacas canciones nuevas y ves que la gente las recibe con la misma fuerza, con el mismo amor que aquellas que escribimos hace años… y sientes una mezcla de gratitud y sorpresa enorme. Y te das cuenta de algo inesperado y hermoso: que tal vez nuestra carrera, en realidad, apenas está comenzando.
Simón Vargas (S. V.): a mí me sigue sorprendiendo hacer esto entre amigos. La diferencia entre vivir este camino solo o bien acompañado es enorme.
A mí me sigue sorprendiendo hacer esto entre amigos. La diferencia entre vivir este camino solo o bien acompañado es enorme.
Después de tantos años viajando, componiendo y tomando decisiones juntos, ¿cómo ha cambiado la relación entre ustedes?
J. P. I.: somos como un matrimonio de cuatro partes. Una relación poliamorosa bastante longeva (risas). Nosotros tenemos ciclos. Y creo que, de todo lo que hemos vivido juntos, lo que más me ha enseñado esta convivencia es la aceptación que hemos logrado tener sobre los ciclos personales de cada uno. Hay momentos en los que los cuatro estamos completamente conectados y hay otros en los que no. A veces hay bandos, otras veces estamos todos desbordados, cada uno librando sus batallas internas, lo que hace difícil encontrar una conexión grupal. Aceptar que esto es parte del camino, que no siempre vamos a estar alineados, ha sido clave. Y también la comunicación es, creo yo, lo que nos tiene hoy acá, contentos, y aún juntos.
Ustedes siempre han escrito desde la sensibilidad, mostrándose vulnerables. ¿Cómo es hacer eso en una industria en la que aún hay estereotipos sobre cómo debe ser un hombre?
Juan Pablo Villamil (J. P. V.): nosotros solo escribimos lo que sentimos al final del día. No le damos demasiadas vueltas ni lo pensamos tanto. Siempre lo hemos dicho y puede sonar a frase de cajón, pero tenemos la suerte de que a la gente le gusta escuchar lo que nosotros queremos escribir. Creo que, de alguna manera, hemos tomado conciencia de que retratamos un tipo de emociones un poco distintas en las canciones. Así que gracias por la pregunta, porque sí, es algo de lo que nos podemos sentir orgullosos: aportar cierta diversidad emocional, cierta representación de otras formas de sentir. Lo hemos hecho siempre de manera muy honesta, intuitiva y sin estrategia. Y quizás, justamente por eso, han salido cosas valiosas: porque lo hicimos desde el lugar más genuino posible.

'Ya es mañana' es el nuevo trabajo discográfico de la banda colombiana. Foto:Amanda Imm
¿Qué canción sienten que representa mejor a Morat hoy?
S. V.: yo diría que Ya es mañana. Para mí, todo el proceso de reflexión que implicó llegar al concepto del disco fue muy profundo y muy lento también. Creo que se fue gestando desde Si ayer fuera hoy, de a poquitos, sin darnos cuenta. Y de alguna forma, ese concepto nos terminó empapando también a nosotros: la actitud misma del disco, esta idea de que ‘ya es’, de que hay que empezar a tomar acción por el futuro, incluso intentar reconciliarse con ciertos arrepentimientos del pasado. Hacer la música que nos inspiró a tener una banda. Y preguntarnos: ¿cuál es nuestra versión de eso? Le hemos dado tantas vueltas, llevamos tanto tiempo dentro de ese universo, que creo que se convirtió también en la etapa que estamos viviendo como personas. Y además siento que eso se alinea mucho con nuestra edad, con lo que plantea el disco. Una canción como Antes de los 30 lo dice directamente: son las preguntas que empiezan a aparecer en esta etapa de la vida, a veces de forma natural, a veces porque el contexto te empuja a hacerlas.
Si pudieran viajar en el tiempo y hablar con quienes eran cuando empezaron la banda, ¿qué les dirían?
S. V.: yo creo que nada. No querría arruinarme la sorpresa. Parte de la magia fue no saber lo que venía.
J. P. I.: igual. Todas las embarradas sirvieron de algo, y los aciertos también. Todo se dio como tenía que darse.
Siento que hay mucha presión, al menos nosotros la hemos sentido, de que la gente nos siga percibiendo como lo mismo de siempre
Este nuevo disco suena distinto. Las voces se escuchan más definidas, hay más individualidad. ¿Les dio miedo cambiar?
J. P. I.: nos da más miedo no cambiar. Siento que hay mucha presión, al menos nosotros la hemos sentido, de que la gente nos siga percibiendo como lo mismo de siempre. Es un comentario que ha flotado mucho en redes a lo largo del tiempo. Y aunque nosotros sentimos que hacemos canciones muy distintas, que jugamos con ritmos, con estructuras, con ideas, hay algo que inevitablemente da unidad. Y eso es la voz. La voz es una marca muy fuerte en la identidad de una canción, y nuestras voces se reconocen fácilmente. Además, hay algo que descubrimos y que valoramos muchísimo: cuando los cuatro cantamos juntos, se genera una emoción muy poderosa, algo muy nuestro. Pero claro, también le pone un sello automático a todo lo que hacemos: suena a Morat. Entonces el reto en este disco fue justo ese: ser conscientes de que esa herramienta existe, que es valiosa, pero también preguntarnos cómo hacerla sonar diferente. Cómo usar nuestra voz sin repetirnos, sin caer en lo mismo.
¿Cómo vivieron ese proceso creativo internamente? ¿Fue una decisión hablada o algo que se dio solo?
J. P. V.: nosotros hicimos las paces con algo importante. Entiendo perfectamente ese dicho de “si no está roto, no lo toques”, pero también creo que tenemos una ventaja muy poderosa, una que muchas bandas también tienen, y es el proceso de composición. Desde el principio, nuestras canciones nacen muy desde adentro. Obviamente, hay gente involucrada en el camino, pero casi siempre uno de los cuatro está muy metido en el origen de cada canción. Y que eso se haya mantenido en todos nuestros discos nos da mucha tranquilidad. Porque, pase lo que pase con la producción, con el sonido, con los arreglos, el ADN sigue siendo el mismo. Ese sello interno, esa raíz común, nos permite experimentar sin sentir que estamos traicionando lo que somos. Y por eso, aunque suene diferente, sigue sonando a nosotros. Y eso nos ha dado mucha libertad a la hora de innovar en este disco.

Morat en concierto Foto:Amanda Imm
¿Qué les gustaría que se diga de Morat dentro de 30 años?
J. P. V.: que fuimos una banda colombiana de músicos conscientes. Para nosotros, esas tres palabras lo dicen todo. Banda, porque somos un equipo. Colombiana, porque nos representa y lo llevamos con orgullo. Músicos, porque la música es el corazón de todo. Y conscientes, porque buscamos reflejar en nuestras letras y en nuestras acciones una sensibilidad real hacia nuestro entorno.
Si este momento de sus vidas fuera un capítulo, ¿qué título le pondrían?
Martín Vargas (M. V.): ‘ya es mañana’. Resume la actitud que nos acompaña últimamente: vivir sabiendo que cada día es una oportunidad para hacer algo por tus sueños, para cambiar lo que no nos gusta, para perseguir lo que queremos ser.
J. P. I.: de acuerdo con Martín. Igual quiero agregarle que no es que ya lo tengamos todo resuelto, pero estamos en ese camino. Y ese es el capítulo.
J. P. V.: ‘una nueva esperanza’. Siento que estamos en un punto en el que es inevitable sentir que la vida se nos está alineando para empezar de nuevo. Como si viniera un resurgimiento muy importante de eso que siempre hemos querido hacer. Como si estuviéramos cargando toda nuestra energía emocional hacia algo grande, como si algo estuviera por pasar.
S. V.: ‘nuevos horizontes’. Estamos en una época en la que todo se siente más flexible. Siento que este es un momento en el que los límites de todo lo que veníamos haciendo durante años se volvieron más visibles, como si, de pronto, se delinearan con más claridad: los límites en cuanto a territorio, a estilo, incluso a las posibilidades de cada uno. Y al mismo tiempo, siento que ahora estamos entrando en una etapa en la que todo eso que antes parecía fijo se vuelve más flexible.
eltiempo