"Nos vemos en el ‘Martínez": los españoles del SOE británico que lucharon tras las líneas nazis
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A mediados de los 50, como todos los años, algunos de los españoles que vivían en Londres se vestían de gala y se encaminaban hacia Picadilly Circus. Su destino era el popular Restaurante Martínez en la calle Swallow, cerca de Regent Street, en donde se reunían para abrazarse y llorar juntos y para recordar sus andanzas de dos guerras.
Veteranos del Special Executive Operations (SOE) como José García Flores, Jesús Velasco o Manuel Espallargas, que habían combatido en las filas del comando especial creado expresamente a instancias del primer ministro Winston Churchill en 1940 y que al finalizar la guerra se establecieron en Gran Bretaña, no sin dificultades burocráticas, y en donde tuvieron que empezar una nueva vida desde cero al ser licenciados del ejército en 1946.
El Martínez, que integraba “el restaurante y salón Ronda frecuentado por la realeza, estadistas y diplomáticos”, según una postal promocional de los años 30, se había fundado una década antes y tenía efectivamente cierto postín, porque lo había popularizado paradójicamente el rey Alfonso XIII entre la clase dirigente española que vivía en Londres bastante antes de que los exiliados lo eligieran como centro de reuniones: entremedias, la Proclamación de la II República en 1931, la Revolución de Octubre de 1934, el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y la maldita Guerra Civil que duró hasta 1939.
El Martínez se había fundado una década antes y tenía efectivamente cierto postín, porque lo había popularizado el rey Alfonso XIII
A pesar de anunciarse “como “moderno y económico” en la misma postal, –tal y como sigue presumiendo en la actualidad–, resultaba aún así demasiado caro para la mayoría de esos ex combatientes españoles que habían luchado primero en el Ejército Republicano, y después como voluntarios en el británico, ya durante la Segunda Guerra Mundial.
“Había que comprar una entrada, pero a los que no podían permitírselo se les ayudaba. Se recaudó un montón de dinero para las viudas y los hijos de la compañía mediante subastas absurdas”, recordaba Sara García, hija de José García Flores: “Subastaban un artículo. Alguien lo ganaba y pagaba por él y entonces lo volvía a sacar a subasta. No importaba demasiado lo que fuese. Una vez recuerdo que alguien salió corriendo a la cocina y regresó con una col, que subastaron por mucho dinero. Era típico de la diversión y la camaradería imperantes. Debieron de revivir una buena cantidad de experiencias traumáticas. Recuerdo a un hombre llamado Vargas, que —daba la casualidad— también era camarero en el Martínez los demás días y siempre terminaba llorando sobre el hombro de mi padre”.
Lo último pertenece al recientemente publicado
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Se harían notar especialmente a partir de 1958, cuando se anunció la incorporación como embajador del régimen franquista en Londres de Fernando Castiella, quien también había combatido como voluntario en la Segunda Guerra Mundial, pero en la División Azul, junto a la Werhmacht del Tercer Reich en el Frente Este: los jóvenes de 1942 que se habían alistado para luchar contra el comunismo (URSS), frente a los que ya exiliados lo habían hecho contra el fascismo en el ejército británico. Historia de España.
Pero, ¿quiénes eran esos republicanos que aparecieron en las filas del British Army? Lo explica por teléfono a El Confidencial, Séan F. Scullion, quien lleva algunos años investigando las peripecias de este relativamente pequeño grupo de excombatientes del Ejército Popular de la República: “Hubo dos grandes oleadas de voluntarios, la de 1940, que son los que se habían alistado en la Legión Extranjera francesa después de haber sido recluidos en campos de concentración en Francia –como Gurs o Argéles Sur le Mer–, tras la Guerra Civil Española y la de 1942 cuyo origen es distinto, ya que no provenían de las unidades francesas, sino directamente de los campos del Norte de África, en donde había sido encarcelados hasta que fueron liberados por la Operación Torch de los aliados”.
Pero, ¿quiénes eran esos republicanos que aparecieron en las filas del British Army?
El primer grupo lo forman pues los exiliados del Ejército Republicano que habían pasado a Francia por los Pirineos tras la caída de Cataluña entre diciembre de 1938 y enero de 1939 y que después de pasar prácticamente un año confinados en esos campos de internamiento franceses se les ofrece alistarse en el ejército cuando estalla la guerra con Alemania: “Se integran en la Legión Extranjera y algunos combaten en Noruega y otros en Oriente Medio”, explica Séan F. Scullion, “antes de reencontrarse en Gran Bretaña en 1940, los que sobreviven o no son hechos prisioneros claro”. Estos últimos serían precisamente los que acabarían en los campos nazis como Mauthaussen.
La segunda oleada, en cambio, la forman parte de los miles de españoles que son evacuados al norte de África con el colapso total de la República, entre mayo y abril de 1939, y que son asimismo internados en campos, “la mayoría en Argelia, algunos en Marruecos, y unos pocos en Túnez”, según Séan, “hablamos de miles y miles de españoles internados como prisioneros políticos y usados como esclavos”. Así, cuando los aliados liberan la región tras la Operación Torch de 1942, algunos de ellos se alistan a su vez en el ejército británico. “Muchos de ellos están fuertemente ideologizados, especialmente anarquistas, y algunos muy pocos comunistas, pero la mayoría son socialistas”.
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Con los primeros voluntarios de 1940 se forma la 1ª Compañía Española en septiembre, poco después de las Batallas de Narvik en Noruega y Dunkerke en Francia cuando la Fuerza Expedicionaria Británica (BEF) había sido expulsada de Europa, y Francia firma el armisticio con el Tercer Reich, dividiéndose en la Francia Libre –la colaboracionista del mariscal Petáin con capital en Vichy, y la Francia Ocupada por los nazis. Es de esa compañía de dónde se seleccionan a algunos voluntarios españoles como los ya citados Jesús Velasco, José García Flores o Manuel Espallargas, para el recién creado SOE –los comandos especiales con misiones de sabotaje tras la líneas enemigas– debido a la Operación Sconce que consistía en una intervención aliada en caso de que España fuera invadida por Alemania:
“Cuando se empiezan a planificar posibles operaciones en la Península Ibérica se dieron cuenta que no había mucho soldados que hablaran español por lo que reclutan a los voluntarios republicanos para ser agentes. Así, entre diciembre de 1940 y el otoño de 1943, unos 100 o 120 sconces pasarían de la 1ª Compañía para ser entrenados como comandos especiales detrás de las líneas enemigas. La mayoría de ellos no fueron usados en operaciones, pero unos 20 o 30 sí”.
Dentro de Sconce se planificaron algunas operaciones como Golden Eye: la vigilancia de España para impedir que interviniera en la guerra del lado de Alemania y que le fue encargada, al mismísimo oficial de la Inteligencia naval, Ian Fleming, famoso después por su personaje de James Bond. A partir de 1940 se entrenó a varias oleadas de sconces –llegó a haber hasta cuatro– y aunque no se intervendría nunca en la Península ibérica –lo que desanimó a algunos de ellos–. Mientras, en Egipto, 63 españoles llegaron a formar parte del 450 Comando Especial de Oriente Medio, a donde habían llegado después de haberse alistado en las Fuerzas Armadas francesas, como parte de ese primer grupo de1940.Se formarían allí como comandos y participarían en operaciones en el Mediterráneo oriental y en la Batalla de Creta.
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Curiosamente entre estos comandos especiales que provenían de la Guerra Civil había algunos también del bando nacional, como fue el caso de Peter Kemp, oficial británico del SOE que hablaba español y había luchado con lo requetés y después en la Legión y que de hecho fue oficial del SOE: “Afortunadamente no se juntaron. Solo hicieron un poco de formación juntos en Escocia. Pero parece no tuvieron la oportunidad de trabajar juntos porque no hubiera tenido mucha suerte con los españoles en su equipo”.
Destacó también el caso de Francisco Casabayo, el mejor valorado de los Sconces I, según los oficiales del SOE: “Es inteligente y piensa rápido. Se ha esforzado mucho ha hecho un buen curso. Categoría B”, y que luego resultaría ser un agente doble que pasaba información a la inteligencia franquista en Londres, ya que se comunicó con el entonces agregado de prensa José Brugada: “fue un caso bastante particular: fue entrenado como sconce pero quería volver a España por penurias y razones personales así que se ofreció para pasar información a la embajada española en Londres sobre la planificación de estas operaciones” comenta Scullion. Sin embargo José Brugada, alias ‘Peppermint’ era de hecho un agente doble del MI5 reclutado por los británicos –cuenta Javier Juárez en
Además de los sconces del SOE, hubo también algunos españoles en el también recién creado SAS, el mítico Special Air Service, en el que estuvo Ángel Camarena, quién había sido nada menos que chófer del mismísimo general Francisco Franco, cuando este estaba en la Comandancia de las Islas Canarias, poco antes del golpe del 18 de julio de 1936: “La historia de Camarena es fascinante, un auténtico aventurero. Primero se alistó como soldado en el Cuerpo de Ingenieros en el ejército español antes de la Guerra Civil, pero ya entonces fue detenido debido a que estaba fuertemente politizado. Es detenido pero intentando escapar en uno de los coches aplasta a su propio oficial y le mata. Fue también implicado en un intento de capturar a la hija de Franco, aunque no se conoce con exactitid su papel. Lo que sí que se sabe es que fue chófer militar de Franco en Canarias y cuando fue detenido de nuevo y tomaron la decisión de fusilarle, el día que la iban a matar pudo escaparse de la cárcel flotante en la que estaba detenido y subirse a un barco que pasaba, que era británico. Desafortunadamente fue enviado de vuelta otra vez a las autoridades franquistas unos días después, pero por suerte no le fusilaron y le mandaron a un centro de detención en Marruecos donde permaneció ahí hasta el 41. Dieciocho meses después, tras la citada Operación Torch se alistó al ejército británico, se hizo miembro del famoso SAS y estuvo en varias operaciones en Francia y en Alemania”.
Camarena, sería otro de los asiduos de la euniones del Martínez que lideraban especialmente Agustín Roa Ventura, Manuel Espallargas y el camarero del restaurante español, Antonio Vargas quienes más tarde formaron la Asociación de Excombatientes Españoles a principios de 1960.
Para entonces, no se trataba del anuncio de Fernando Castiella como posible embajador de España en Reino Unido, sino que visitaba el país en calidad de Ministro de Asuntos Exteriores y la asociación organizó protestas en la capital, alentados por algunos miembros del Partido Laborista. Tuvieron problemas según explica Séan: “No lo menciono mucho en ese capítulo final porque es otra historia, pero en realidad politizaron bastante su asociación ya que querían servir de altavoz contra el régimen franquista, y en Gran Bretaña las asociaciones de veteranos no suelen hacerlo: están ahí para los veteranos, no para apoyar algún grupo político, por lo que recibieron críticas por parte de los veteranos británicos en cuanto a establecerse como asociación. Es más, ese grupo de veteranos españoles estuvo ligado a los orígenes de Amnistía Internacional”.
Luego, sería Manuel Fraga Iribarne, ya como embajador en Londres desde 1973, quien fuera un asiduo precisamente al Martínez en donde se le podía escuchar sus preparativos para la Transición tras la muerte de Franco: “Antonio Vargas Rivas fue testigo de los preparativos y del trabajo llevado a cabo entre bastidores por Manuel Fraga Iribarne para regresar a la política en España después de Franco: llegó a ser ministro del Interior y vicepresidente del Gobierno provisional de Carlos Arias Navarro. Fueron un antes y un después en un periodo de agitación que duró casi cuarenta años para millones de personas”.
El Confidencial